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puente de ureña

Rafael / Duarte

Ínsula Barataria

LA Isla, unidad de destino en lo universal, patria de patrias cuando fue España, la ínsula, digo, cada vez me entristece más. Y me entristece el paisanaje que no el paisaje, ni siquiera el arrabalero que, entre piedra y piedra, muestra la vivaz hierba, la cicatriz viva de una lagartija, la adarga oscura del ostión que es piedra.

Veo, cada vez más, críticas, abortos, necrolalia. Aprovechando un foro o una plataforma. Un atril o una tribuna. No sé si es desánimo o mala leche, guasa isleña o bocas de la Isla, siempre amparadas en la famosa "unidad de destino", siempre con el "si yo" condicional por delante, condicionando todos sus comentarios. Nadie, todavía, dice o formula, el sólo sé lo que no espero, como escribiera Cervantes en el Curioso Impertinente: busco en la muerte, la vida/salud en la enfermedad/pero mi suerte de quien/jamás espero algún bien.

Esa es la Ínsula construible. Esa. La que anteponga el bien de todos a resucitar facciones, partidos, sindicatos o lo que sea.

El otro día un santorini con gesto de Sardanápalo, apostrófome, sobre mis opiniones e ideas. Le dije que difícilmente podía tener ideas ya que su mente -tan preclara- me las negaba, ab initio. Y que yo era muy obediente. Y de pronto, vi a Cervantes escribiendo aquello, sabe Dios en qué celda o cuartucho atabancado, cuando definiera a los adalides en la batalla contra las ovejas. Ahí viene Micocolemboo, gran duque de Quirocia, Laurcalco, señor de la Puente de Plata, ¿un Suazo? Don Alfeñiquen del Algarve, Espartafilardo del Bosque con sus sus escuadrones que beben las corrientes cristalinas del olivífero Betis o los que pisan los tartesios campos…Aquí en la provincia, por cierto.

Nos recuerdan a los estafermos y estantiguas de siempre, perejiles de todas las salsas, cebollas de todas las ensaladas, romeros de todas las romerías, y cruz de todos los pasos y espejos de todas las cuentas.

A los inquisidores a la violeta, a los que, a río revuelto o polvareda similar a las ovinas reses, pudiéramos describir como perpetradores de sonetos, exaltadores de tópicos, Salmanasares de sacristía, igual todo, para una batalla Barataria: No perder la ilusión. Esperar el tiempo en el que nazca la insuperable ínsula del Bienestar que nunca tuvo. Que nunca logró porque los logreros y los milagreros de sus propios bolsillos fueron otros.

Andrè Malraux dijo que "La cultura es lo que, en la muerte, continúa siendo la vida", es decir, la fe y la confianza en un futuro isleño sin Baratarias ni pelotas.

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