Alto y claro
José Antonio Carrizosa
¿Merece la pena?
Tras el terremoto que apesadumbró a Gibraltar gracias al Brexit, era evidente que el Imperio Británico no tardaría mucho en acudir al rescate de los gibraltareños o llanitos. Desde que abrimos su verja en los años ochenta han estado llevando la vida padre en Andalucía. Ahora están fuera del territorio Schengen y se ve que no quieren seguir encerrados en la roca sin sus casas de Sotogrande. De manera que, y por vez primera en 320 años de la ocupación extranjera de Gibraltar, España toma cierta ventaja en sus posiciones históricas junto con la Unión Europea. Veremos si el British Empire elige trabajar a favor de la población gibraltareña o se decanta por atornillar su posición imperialista.
En estas conversaciones llama la atención que no vaya nuestra gente andaluza con la delegación española como editorializa Diario de Cádiz. Los ingleses sí acuden con los llanitos. Esto nos da una situación de clara desventaja y como no somos de criticar sino de arrimar el hombro, adelantamos esos inconvenientes con algunas premisas conocidas por aquí por todos. La primera es que para los de Madrid Gibraltar está muy lejos. Tanto, que si Gibraltar hubiera estado en Leganés el monstruo ya habría desaparecido. Pero es que el engendro colonial sigue en la Bahía de Algeciras. Su amenaza nuclear, salvo que disparen, no se percibe en la M-30. Si se hubiera levantado la Escuela Diplomática en San Roque “donde reside la de Gibraltar”, como se debería por respeto y legitimidad histórica ante el mayor problema pendiente de nuestra diplomacia en siglos, los futuros diplomáticos irían ya llorados habiendo vivido en su carne la sarta de estropicios que para España irroga Gibraltar y jugando ya este partido con más esperanzas, como son los históricos del contrabando gibraltareño y ahora el narcotráfico, hecho este gravísimo por la imposible labor de zapa que puede hacer España en sus costas, simplemente porque la existencia de Gibraltar los convierte en irresolubles.
Más premisas. Cuando los ingleses y gibraltareños se sientan con España a negociar su futuro no somos sus amigos. Esto es de primero de contencioso gibraltareño. El aserto “Todo con tal del mal a España” cristaliza porque nuestras ruinas refuerzan la posición británica colonial en la roca.
Y como el Sr. Cameron sabe lo que quiere, se tornan sospechosos los silencios y las posiciones esquivas de la delegación española que no dice ni pío. Gracias a Europa Sur nos enteramos. Este señor viene de Londres al rescate gibraltareño llevando bajo el brazo nada menos que unas líneas rojas de “No Trespassing”, las sospechosas habituales, como el carácter imperativo militar de Gibraltar como base nuclear de la Royal Navy y el uso prioritario por la Royal Air Force del aeropuerto y del istmo. Frente a estas actitudes agresivas e imperialistas, nuestras melifluas posiciones versan sobre ”los deseos de una atmósfera constructiva para la prosperidad futura de los derechos laborales, fiscalidad o tabaco y medio ambiente”. Si conocemos ya las alambradas de espino colocadas por los extranjeros, no tiene un pase que los españoles no sepamos qué se cuece en estas conversaciones. La oposición ha protestado por este silencio. Asuntos como la Reunificación de España o la devolución del istmo -la pata de palo que sostiene al inglés en la roca- tal vez le parezcan a nuestra delegación más viejas que Matusalén, pero son nuestras posiciones históricas. Ignorarlas será porque la ganancia que se espera merecerá la pena.
Una última obviedad. El mantra de la salvaguarda de los 15.000 españoles que trabajan en la roca. Prioridad absoluta pero está ya descontada, porque su salida diaria de un territorio tan pequeño garantiza la felicidad eterna para Gibraltar y la Royal Navy. Nos seguirán necesitando pase lo que pase.
Conseguidos los objetivos llanitos, juguemos con el escenario que podría darse ante el silencio radio de los nuestros. Los ingleses querrán seguir con el dominio absoluto y exclusivo de la roca -la conquistaron- sí o sí, o bien a través de un nuevo Tratado -dejando atrás al vetusto Utrecht- que incorpore lo nuevo okupado (sic), o bien, barruntemos, alcanzando entonces como primer paso un reconocimiento del Estado Asociado de Gibraltar, al estilo de Puerto Rico con los USA. Un estado vinculado al Reino Unido sin cambio de titularidad jurídica para no percutir a Utrecht pero solucionando sus dudas jurídicas de una vez por todas, todo muy militarizado e imperialista, como gusta allí. Que los ingleses nos seguirán dando coba con su política de hechos consumados es harto probable. Ya lo hicieron cuando consiguieron la admisión de Gibraltar nada menos que en la FIFA gracias al voto de toda la Commonwealth. Posteriormente no tuvo la UEFA europea más remedio que aceptar el trágala por venir éste de organismo superior.
Por nuestra parte, España no puede salir de estas reuniones sino alcanzando la ansiada cosoberanía con el abandono del carácter belicista de la roca. Recordemos el “Trágala tú servilón” de los liberales de Cádiz a los absolutistas. Ellos quieren estar en Schengen, y nosotros que repudien la base militar-nuclear en la Bahía de Algeciras. Acordemos entre todos una suerte de Andorra compartida, pacífica y con dinerito.
Anda que no tuvimos suerte nosotros con Gibraltar, no como los franceses con Mónaco.
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