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Gades desnuda

Juan Luis Vassallo era un escultor completo, entre lo divino y lo humano, entre lo sagrado y lo profano

Los desnudos forman parte de la expresión cultural y artística de todas las civilizaciones. Sólo los regímenes más cavernícolas y reaccionarios los han tapado. Al mundo venimos tal cual. En las culturas religiosas (incluida la cristiana) también están presentes los desnudos. Como eso lo sabe cualquiera que no sea analfabeto o analfabeta sorprenden las polémicas por ese motivo. El desnudo artístico no es lo mismo que el pornográfico. El desnudo de por sí no es machista ni feminista, porque en el mundo clásico se ha representado tanto al hombre como a la mujer, sin tapujos, como ideal de belleza. Sorprende aún más que eso se critique en una ciudad como Cádiz, a la que se supone liberal desde 1812. Pero que ya lo fue antes, con sus fenicios y sus romanos.

Gades no ha salido de una película X. Su representación iconográfica está presente en la obra de Juan Luis Vassallo Parodi, escultor del siglo XX. Representó a Gades y es autor de otros desnudos que se pueden contemplar en el Museo semi oculto que le dedicaron en el segundo piso del Centro Cultural Reina Sofía (antes Gobierno Militar). Aprovecho para volver a decir que ese museo (muy interesante, por cierto) debería estar ubicado en otro lugar más accesible y vistoso, para que se conozca mejor. Este Juan Luis Vassallo es el mismo que talló en 1943 la imagen de la Virgen de los Dolores, de la cofradía gaditana del Nazareno, que sale el Jueves Santo. Era un escultor completo, entre lo divino y lo humano, entre lo sagrado y lo profano. Un gran artista, con una obra notable y una historia interesante.

Gades es una alegoría de Cádiz. Con ella ganó Vassallo la primera medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes, concedida en 1948, en pleno franquismo, que no se la censuró. Como es sabido, existe una figura de Gades en el Paseo Marítimo, junto a la esquina de la calle Brasil, que adorna el lugar. Vassallo fue un clásico a destiempo. Como artista, estaba obsesionado por la materia y la forma, y por los mitos, los principios que inspiran sus mejores obras de escultor.

Disfrazarse de la escultura de Gades en Carnaval no es machista, ni feminista, ni sexista. Se puede criticar que la misma señorita concejala es la que se cargó a las piconeras por sexismo, lo que parece contradictorio. La vida contemporánea está plagada de contradicciones, porque algunos y algunas se inventan catecismos laicos casi todos los días y se contradicen a ellos mismos y a ellas mismas. No mantienen un concepto sano y coherente de los géneros. Pero disfrazarse en Carnaval es natural. A mí me gusta que el alcalde, los concejales y las concejalas se disfracen. Así nos reímos un poco más.

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