Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

Cuarto de Muestras

Falsos conversos

Tengan cuidado con sus ideologías y con las caídas que son muy malas y hasta peligrosas a cierta edad

Aviso para los que gustan de hacer aspavientos: este artículo es políticamente incorrecto, así que están a tiempo de dejar de leer antes de ofenderse escandalosamente. Este artículo va de rojos, que es como decir que este artículo va de vinos, con la cantidad de vinos que hay, buenos, malos y regulares y la literatura que generan con sus múltiples maridajes. No me voy a poner a clasificarlos, pero ustedes le pondrán cara de inmediato si les sugiero algunas categorías: burgueses o proletarios; elegantes o vulgares; pobres, ricos o enriquecidos; cultos o ignorantes; eternamente jóvenes, a lo Dorian Gray o prematuramente viejos, a lo Carrillo; sencillos de corazón o soberbios de espíritu; idealistas ingenuos o rencorosos resabiados. Podríamos seguir porque la lista es tan infinita como la que se podría hacer con los azules, pues la jaula política española está llena de pájaros de los más vistosos colores y plumajes. Yo me tiraría la vida observándolos con sus cortejos, sus falsos enfados y tristezas, sus trinos canoros, sus coros y danzas, su exhibición a veces impúdica. Con ellos esta misma semana hemos vivido una novela ejemplar con uno de esos argumentos que tan bien sabía torcer Cervantes para conseguir el efecto contrario al pretendido. Todo promete que habrá segunda parte con héroes incomprendidos (políticos del sí sólo sí) y villanos (jueces), muy cervantino también.

De lo que quería hablarles, y se me está acabando el espacio, es de esa caída del caballo de los rojos más recalcitrantes tras un resplandor a lo San Pablo (que como todos saben pasó de perseguir cristianos a ser su más significado apóstol). El último en sufrir esa caída ha sido Joaquín Sabina que, con su habitual tono frívolo y provocador, ha dicho que ya no es tanto de izquierdas porque tiene ojos y oídos para ver lo que está pasando. Madre mía. Se está pareciendo a Sánchez Dragó, a Jiménez Losantos, a Leguina y a tantos otros que envejecen así, deslenguados y montaraces, estén en un lado, en otro o en el suyo propio. Sí, ya sé que al revés también pasa. Ahí está Jorge Verstringe, digiriéndose a sí mismo que debe ser muy complicado, de cachorro de Fraga a rojito televisivo, padre de la Tamara de Podemos.

En fin, tengan cuidado con sus ideologías y con las caídas que son muy malas y hasta peligrosas a cierta edad. Sobre todo, afean mucho la biografía y restan credibilidad.

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