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Laurel y rosas

Juan CArlos Rodríguez

Enrique de las Morenas, héroe de Chiclana

EL episodio de "los últimos de Filipinas" es un ejemplo de la trágica historia de España. Pero también de la particular tragedia de Chiclana: el olvido de sus héroes. Sí, es cierto que la identidad chiclanera de Enrique de las Morenas y Fossi -nacido en la calle Hormaza, en el número 6, el 23 de mayo de 1855- nunca se ha negado, pero tampoco se le ha dado el justo reconocimiento popular: ni un instituto de secundaria lleva su nombre, cuando un instituto parece que es el colmo de la fama. Solo una calle, a medias, porque aún es la calle Álamo, y nada, absolutamente nada, de difusión, de reconocimiento, de orgullo, ni siquiera de promoción de su nombre para que los alumnos de secundaria, de bachillerato, para que todos los chiclaneros -como poco-, sepamos que el "héroe de Baler", el capitán de los últimos de Filipinas, nació entre nosotros, que se bautizó en la iglesia de San Juan Bautista, que descendía de una familia tan chiclanera como los Fossi por parte materna, aunque con solo cuatro años tuviera que irse a Cabra, en Córdoba, a donde su madre decidió irse para olvidar el dolor por la muerte repentina de su marido, el juez Enrique de las Morenas Costadoat. Pocos de nosotros, igualmente, estaríamos en condiciones de narrar, defender y proclamar la heroicidad del capitán Las Morenas, ascendido a comandante ya póstumamente, como lo hace Francisco Javier Yeste (Chiclana, 1974), quien durante una década ha perseguido la sombra incesante de Las Morenas por archivos militares y civiles hasta reconstruir con detalle su vida y su carrera en el Ejército español, así como su papel fundamental en la iglesia de aquel pequeño pueblo de Baler, donde un puñado de soldados resistió hasta la muerte a los rebeldes tagalos.

Esa historia la cuenta extraordinariamente al detalle el propio Francisco Javier Yeste en su libro "Enrique de las Morenas. El héroe de Baler" (Colección Cultura y Patrimonio, Ayuntamiento de Chiclana), que saldrá a la venta en cuestión de días. Yeste afirma que el capitán de Las Morenas fue "un héroe, pero con mayúsculas", y a demostrarlo dedica toda su biografía: "Sus decisiones y acciones, en los momentos en los que tuvo que hacer uso de sus conocimientos y aptitudes como militar, fueron acertadísimas -señala-, consiguiendo que un grupo de poco más de cincuenta soldados, hiciera frente a todo un ejército, con apenas víveres con los que subsistir, y sin artillería con la que repeler las durísimas embestidas de los insurrectos filipinos". Entre el relato de la carrera militar de Las Morenas y del contexto histórico -su participación en la tercera guerra carlista en La Seo de Urgell o en Pamplona, por ejemplo-, Yeste pone rumbo a Filipinas para, primero, relatarnos con firme rigor y una gran cercanía su valiente papel durante los cinco meses en los que estuvo al mando en Baler, como comandante político-militar del Batallón de Cazadores Expedicionario nº 2, hasta su muerte causada, no por los tagalos, sino por el beriberi. Y, en segunda estancia, nos deja un impagable monumento documental -como archivero y bibliotecario que es- al transcribir los expedientes del juicio contradictorio que se llevó a cabo para concederle la Cruz de la Real Orden de San Fernando, incluido el diario de operaciones y los testimonios aportados por los supervivientes de aquella heroicidad, en donde ya ni siquiera se defendía suelo español porque el Gobierno se rindió y entregó la soberanía a Estados Unidos. Lo que Las Morenas nunca creyó. Yeste explica, perfectamente, por qué.

"Falleció el día 22 de noviembre del año 1898, a media tarde, en la iglesia del pueblo de Baler, perteneciente a la provincia del Príncipe, en la isla de Luzón. Su agonía, en las últimas horas de vida, fue horrible -escribe-. No perdió por completo el conocimiento, pero sí la noción del lugar en el que se encontraba. Poco antes de morir, llamaba a sus seres queridos, de los que se creía rodeado. Ser humano de gran corazón, chiclanero ilustre y distinguido, fue protagonista de uno de los sucesos más heroicos y destacados de la historia del ejército español, y de la historia contemporánea de España". Yeste, en el rastro de las poco más de doscientas páginas, retrata a Las Morenas -que yace en el panteón dedicado a los caídos de Filipinas en el madrileño cementerio de la Almudena-, como noble, honesto, dialogante, comprensivo, inteligente, firme y patriota. Que es, también, el perfil que hace Juan Manuel de Prada en una novela reciente, magnífica, la más redonda de cuantas ha escrito el propio novelista y, por supuesto, de las que se han publicado sobre los héroes de Baler, "Morir bajo tu cielo" (Espasa), aunque quizás con un exceso de personajes ficticios a lo Galdós. Prada también sucumbe ante el héroe de Chiclana: "Las Morenas -ha afirmado- es un hombre que percibe que los ideales por los que lucha han sido derrotados, pero sigue luchando por ellos. Es un sino trágico muy español, que hay que resaltar porque, además, es cierto. Por eso me identifico con él".

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