Calle Real

Enrique / Montiel

Charo Benítez

Le pregunté, porque no lo conocía, de qué familia era… Puso un gesto de perplejidad. Le dije, ¿quién te ha enseñado a cantar así, eres de familia cantaora? Me dijo que su abuelo tenía mucho arte y le gustaba el flamenco, y que con él había aprendido. Se llama Antonio Ramos y dio toda su energía, toda su brillantez flamenca al éxito de Charo Benítez en el patio de San José de la noche del pasado jueves. La bailaora y profesora de flamenco se rodeó en el público de un montón de amigos y en el escenario de unos músicos desconocidos pero a los que les auguro un futuro esplendoroso. Concretamente a Antonio Ramos, que vivirá del Arte, porque le sobran hechuras cantaoras y tiene una voz con un metal flamenco que ya quisieran muchos. Es como Esther Fernández, que se partió el alma esa noche, cantando y bailando. Era un grupo no muy visto en los espectáculos flamencos: un piano, dos cantaores, dos palmeros, un percusionista (Ramón Núñez) y el coro de una voz. Más el baile de Charo Benítez, que fue ascendiendo desde el primer montaje hasta alcanzar un momento cumbre por soleá que hizo que nos pusiéramos en pie para aplaudirla. Sí, sí, pero atención: se llama Manuel Butrón y tuvo la responsabilidad de poner la música a los estilos flamencos. Digo soleá, alegrías y cantiñas, zambra, tangos, chuflillas… Creo que es la primera vez que actúa en San Fernando este chiclanero brillante, con un piano enduendado, un compás perfecto y un sonido extraordinario. El patio de San José estaba casi lleno, prácticamente lleno, pero ya sabe la Isla, por el boca a boca, esta pareja que se llama Charo Benítez y Manuel Butrón, y la Isla Flamenca (atención, Carlos Rey, oído cocina, Chico Javier, Lolo Picardo, Antonio Mota, Cárdena..) que se está produciendo un milagro flamenco en esta ciudad, con los nombres propios del Trini de la Isla, y Joaquín de Sola, Jesús Castilla… al que hay que añadir, no olvidarlo, a Antonio Ramos… Buscarle una tarde a Jesús Guerrero y a Víctor Rosa, digo darle un cobazo para que les cante este cantaor tímido y grande que se reveló el otro día en el patio de San José, de la mano de esa bailaora sabia llamada Charo Benítez.

Algo telúrico ha llegado a la Isla, que Lolo Picardo, Carlos Rey y Chico Javier han coadyuvado. De la abundancia surge la excelencia. Así bailaores, guitarristas, bailaoras, cantaores y cantaoras… Que añadir a las cumbres que se llama María Niña Pastori y Sara Baras, que son la excelencia completa, lo máximo de lo máximo que tiene esta ciudad en activo, esta Isla flamenca y artista que con poco rebrota. Fui a San José a ver el baile de Charo Benítez y me encontré un espectáculo insólito, un pianista excepcional que lleva dentro un río de compás flamenco y duende del bueno, y a este cantaor que reseño como un gran futuro, más Esther Fernández, que se vino arriba y lo bordó por Cádiz.

Dios no nos deja de su mano, paisanos. Viva el Arte.

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