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Kiko / Cuadrado /

Cateto a babor

14 de septiembre 2011 - 01:00

Hace poco vi en televisión, una vez más, la famosa película española, rodada en San Fernando hace ya más de 40 años, Cateto a babor, una comedia melancólica que me retrotrae a mis años mozos. Me vino a la mente lo que era la población de San Carlos. La vida y el protagonismo que tenía La Real Isla de León, envidia de toda la provincia. Una ciudad ahora a medio hacer, y lo que te rondaré morena y que sus entradas a ella son tristes. Se me cayeron dos lagrimones. Sólo dos, uno empieza a ser insensible al atropello.

Si se entra por Cádiz se ve ese horripilante "monumento", que rinde culto al mal gusto, la Mojosa, un pedazo de hierro, que ojalá algún día un valiente recoja firmas para derribarla, venderla como chatarra y con ese dinero terminar algo de lo mucho que está a medio hacer, pagar a proveedores o algo práctico para la población. Aunque ya se sabe, esas recogidas de firmas debería hacerse en papel higiénico, por lo menos tendría un fin útil, porque ya se sabe lo que hacen los políticos con esos papelajos que vienen del populacho. Para ejemplo, la recogida de firmas efectuada no hace mucho por un amante de la naturaleza para que se respetase el sendero del Carracón. Recogió cientos de firmas que sólo sirvieron para que el estado del sendero y sus aledaños sigan siendo una cloaca por mucho que en su recorrido existan carteles, que a modo de ironía pongan Parque Natural. Continúa lleno de botellas de plástico y cristal, basura y hasta cochecitos de niños arrojados a los caños. Por él transitan coches, motos y lo que se tercie a pesar de su prohibición y algunos desaprensivos aprovechan la noche para arrasar con la fauna marina del lugar. Del famoso y emblemático Puente Lavaera mejor ni hablar. Si esto es Parque Natural yo soy fraile.

Si llegas en tren, la estación de Bahía Sur es penosa: cochambre en las escalinatas, cristaleras rotas desde hace meses, otras cuarteadas y para rematar la faena, cuando cae la noche, sólo existe iluminado uno de los dos andenes. Posiblemente para darle un toque romántico.

Si entras por el Puente Zuazo a la derecha, pasas por debajo de un vergonzoso y mal hecho puente. A continuación, los unifamiliares y la Gasolinera a nuestra derecha, únicos espacios decentes. A la izquierda unos raíles sin uso alguno y pasada la rotonda a la izquierda todo glamour, aunque siendo sincero, aquí sí se retrata La Isla de verdad. No nos engañemos. Si por el contrario tiras para la derecha, el eterno Castillo enfoscado de San Romualdo, y el gran lío.

Cateto a babor, como decía al principio, con el genial Alfredo Landa como protagonista, es una película de la época, para mí (opinión muy particular) extraordinaria, que si se hubiese rodado hoy día en Washington, con Tom Cruise de marine y adaptada a la pamplina americana hubiese sido nominada para cien Oscar, por lo menos, y algo hubiese ganado. Seguro.

Pero en la nuestra, Cañete es un joven pueblerino que ha sido llamado a filas para realizar su servicio de instrucción en el desaparecido Cuartel de Marinería. El final es feliz. La Isla, para nuestra pena, tiene un futuro incierto. De momento tiene un presente infeliz. Esperemos que pronto mejore. Aunque para colmo y paradoja, una isla, rodeada de agua por todos lados, va a sufrir una subida brutal del agua. Será cuestión de coger el jabón e ir a lavarse a Caño Herrera, La Casería o dónde nos coja más cerca. Vamos a ponerle humor a la tragedia, como hizo Cañete.

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