Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Zamiatin
SIEMPRE he dicho que lo lógico, lo normal, lo que impondría la sabia Madre Naturaleza sería que el ser humano buscara el Norte en su migración estival. El ser humano y español suele insistir, sin embargo, en seguir en la búsqueda del Infierno Perdido, de Algeciras a Estambul, de Cayo Coco a Vera Cruz. Calor. Playa. Multitud. Servesita. Batucadita. Terrasita. Olé, olé. Una manía que a mí me parece estupenda, ya que así me dejan espacio allá en los nortes todos.
Mire donde mire, hay verano. Y, en mitad de la canícula más atroz, como es normal, servidora piensa en el hielo. En las noches blancas, en las noches a diez grados, en los ojos rajados de frío casi esquimal.
El mundo feliz que imaginó Huxley deportaba a los desubicados a Islandia. Todos aquellos que, por algún u otro motivo, no se adaptaban a las exigencias de la realidad profiláctica, eran exiliados a la tierra de las sagas y el fuego y el hielo, a ese lugar surrealista en el que, a la vuelta de la historia, en vez de salvar a los ladrones han terminado castigándolos.
Últimamente, me siento más islandesa que nunca, más fuera-aparte que nunca, más boreal, más ártica e hiperbórica que nunca. "Es estupendo que los jóvenes muestren capacidad y voluntad para salir fuera del país", dice el ministro Wert, con su media sonrisita de siempre, esa que les ha dado por lucir a todos, y yo no sé si está carcajeandose por dentro. "Que se jodan", dice la replicante rubia, y yo pienso en María Antonieta, a la que pasaron por la cuchilla por encontrar agravante en el asuntillo de las galletas.
Y mientras, prosigue, inevitable, el desguace. 65.000 millones de euros de desguace. Emigra o revienta, guiñan los carteles. Carlinhos Brown protagoniza "el gran desfile del Carnaval Iberoamericano en Cádiz". Y todo el mundo desfila, sí, pero en un contexto muy diferente.
"La duquesa de Cambridge -dice el Hola-, inmejorable embajadora del equipo olímpico británico. Deslumbró con un diseño azul de Stella McCartney, tacón negro de Prada y collar dorado".
Hasta la esquizofrenia frívola, esa con la que todos hemos coqueteado, resulta ahora pornográfica.
Que me manden a Islandia. Y que sea rápido.
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