Cambio de sentido
Carmen Camacho
Plácido
Siempre entre filósofo y lírico, oímos decir a Jorge Valdano “fútbol es engaño”. Habla mucho del argentino-merengue que, con su sólo aceptable calidad técnica, haya sido campeón de casi todo –del mundo, Maradona mediante–, y que él se reconozca poco agraciado en el regate, dulce expresión del engaño. Finta es un término ya casi exclusivo del deporte del balón con los pies en casi una hectárea, aunque vale para la vida de todos, urgidos a veces a fintar en el límite del bien y del mal. RAE: “Finta es amago, quiebro, regate, engaño”.
Fintamos a veces soltando embustes de defensa: prefiero la trola táctica y la cachita a la realidad antes que al franquísimo consejo “por tu bien”; sucedáneo, éste, del buen amor precedido de una morterada anunciada: “Te tengo que decir una cosa, y no te molestes, te lo digo desde el cariño”. Mayormente, cuando alguien antecede un argumento con “desde” en vez de con el natural “con”, el “cariño” o el “respeto” que los suceden apestan a falsete: no hay ahí cariño ni respeto, sino truco, ventosidad o alcahueteo.
Quien no engaña es la Lotería Nacional, y permitan el alehop, una finta.
En la España corporativa pública post-franquista, la liquidación de zombis y la venta de viejas joyas nacionales a privados con músculo e información, o repartido entre un emergente “capitalismo popular”, la Bolsa, dejó al INI hecho una SEPI. Suenan ambos acrónimos a diminutivo. SEPI, más: le falta “y Blas”, de chiquita que ha quedado. Fue por ruina competitiva la Reconversión Industrial de los 80. Mas, de la otra parte, decidimos subastar a entidades estratégicas como SEAT, Telefónica o Endesa. Así se salvaron legislaturas con superávits presupuestarios, y aupamos a algún político a egregio estadista.
Hoy, y dejemos a Hacienda como animal de compañía, organizaciones públicas rentables son la aeroportuaria AENA y Redeia (REE, antes). Pero el valor más seguro (unos 1.800 millones anuales) es Loterías y Apuestas del Estado. La del sorteo de ayer. Cuyo grial probabilístico es el Gordo, azar que finta al ilusionado jugador como Ronaldo Nazario, el Gordo, fintaba: qué delicioso obús. Del Gordo al Niño, renovaremos la fantasía de ser uno entre cien mil. Acicatado el bolsillo por el pavor a que se forre “un cuñado”.
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