EN 1980 cantaba el coro “Los pequeños cantores del Viena” : “Van a cambiarle el nombre, a las calles de Cádiz, y a nuestro Ayuntamiento ciertas ideas queremos darle”, hacían un recorrido por la ciudad ofreciendo soluciones que ahora se llamarían imaginativas ante la propuesta de cambios en el callejero que impulsaba el gobierno de coalición PSOE-PSA-PCE con Carlos Díaz al frente. De aquella época lo más polémico fue cambiar la plaza del General Varela por Palillero, con la retirada del mural que estaba en la fachada de lo que era el Cine Municipal, tuvieron que engañar a Carlos Díaz para proceder. En todas las ciudades del mundo alteran los nombres de las calles a lo largo de la historia, menos en los EEUU donde les ponen números y letras en la zona centro. Las calles empezaron llamándose en función de circunstancias tales como los oficios que en ellas se desarrollaban (guanteros, toneleros, plateros) o en circunstancias (calle del Torno, de la Garita, de los Doblones, de la Carne, del Vestuario, de los Flamencos Borrachos, el Hondillo, del Mirador, de los Piratas, de los Negros, de la Pelota). Luego se empezaron a poner nombres de santos o de congregaciones (Compañía, Santo Domingo, Rosario, San Antonio). Nombres de obispos (Arbolí, Escalzo, Calvo y Valero) y alcaldes de la ciudad , quizás porque el que mandaba tenía la esperanza de que cuando dejase el cargo le pusieran una a él. Como forma de homenaje se ponían nombres de dirigentes políticos (Canalejas, Sagasta, Cánovas), durante el franquismo José Antonio y Generalísimo. A veces el empecinamiento popular hace que se le siga llamando Canalejas a lo que es 4 de diciembre, Cruz Verde a Antonio Martín, Plaza de Toros a Asdrúbal .

Quedan restos del callejero franquista que no se han cambiado aunque lo digan las leyes de Memoria Democrática (colegio Carola Ribed, Corneta Soto Guerrero, José León de Carranza). Algún misterioso órgano administrativo ha cambiado el nombre de las ruinas del Teatro de Verano y le ha quitado lo de Pemán. Una comisión de aduladores del equipo de Gobierno va a cambiarle el nombre al Estadio, hurtando la participación popular que nos prometieron a quienes pagamos nuestros impuestos en la ciudad. Dar nombre a una calle es un reconocimiento público que a la luz de nuevos datos puede hacer que se cambie de opinión. Se va a proceder a quitar a Juan Carlos I su avenida, hay quien se opone con el argumento de “hay cosas más importantes” que me parece bastante manido, nunca es momento oportuno para lo que no se quiere hacer. El que defienda a Juan Carlos de Borbón que lo haga a pecho descubierto, sin trucos. Cuando se puso la avenida al entonces Rey era por reconocimiento, hoy hasta su hijo y actual Jefe del Estado le ha recriminado de facto su comportamiento, aparte de los millones que nos debe en impuestos, y que se quite de paso el espantoso busto .

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