El confinamiento casero nos ha mostrado muchas caras hasta ahora desconocidas, desde la solidaria hasta la de la obediencia en grado casi superlativo. En el caso de Cádiz hay una que me ha llamado la atención. Y es que ha quedado demostrado que en Cádiz hay sitio para aparcar. Bueno, con matices. Hay sitio para que los gaditanos aparquen. Tanto es así que me ha sorprendido ver cómo algunos aparcamientos se mantenían vacíos durante días. Esto me lleva a dos conclusiones claras. Una, que la solución al aparcamiento no es llenar Cádiz de zonas azules, verdes, naranjas o del color que se le antoje al político de turno porque el número de plazas disponibles seguirá siendo el mismo. Y dos, que es necesario abordar el tema del aparcamiento desde otra vertiente, pensando que este sistema tampoco sirve para el que viene a trabajar, que es el que las llena, porque nadie va a salir del trabajo para cambiar el coche de sitio al cabo de tres horas.

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