El avance de la vacunación en España hace posible que miles de expatriados andaluces puedan volver a sus hogares a visitar a familia y amigos. Para los que vivimos en Madrid, poder pisar El Puerto debería ser un tema de salud (mental y física). Una excepción a cualquier restricción. El Buzo, la Plaza y la calle Misericordia como tratamiento para cualquier patología.

Nunca es fácil vivir fuera de casa. Con una pandemia de por medio, es todo aún más complejo. Muchísimos andaluces tuvieron que venir a Madrid por falta de oportunidades en su tierra. Estos días escuchaba a la escritora Iris Simón en su discurso en Moncloa sobre el futuro de los pueblos, la inmigración o la natalidad. “Que los jóvenes de pueblo no nos veamos obligados a hacinarnos en grandes ciudades y se vacíen hasta las capitales de provincia pasa por revertir lo que nos trajo aquí”. Un discurso que ha causado sensación porque, más allá de los posicionamientos expresados, hay mucho de sentido común en sus palabras. “No habrá Agenda 2030 ni Plan 2050 si en 2021 no hay techo para las placas solares porque no tenemos casas, ni niños que se conecten al wifi porque no tenemos hijos”.

Ahora, sin estado de alarma, volvemos a nuestras ciudades y pueblos, pero como siempre, con billete de vuelta. Un caramelo efímero. Dulce, pero con ese sabor amargo al final. Cuántos firmarían su vuelta definitiva a El Puerto si existiesen oportunidades laborales. Dejando atrás el ego de los cargos rimbombantes. Dejando atrás las suculentas ofertas de ocio. Dejando atrás los restaurantes de moda de Madrid.

En las últimas semanas, el gobierno local ha difundido como logros la atracción de inversión y la dinamización económica en El Puerto. No creo que sea la panacea, ni que El Puerto se convierta en “centro logístico referente”, como se llegó a afirmar. Pero es obvio que está existiendo un goteo de empresas nacionales y multinacionales que se están interesando en la ciudad.

Es evidente, y medible, que El Puerto ha ganado cuota de voz en medios de comunicación nacionales, cuyos lectores son decisores institucionales y empresariales. Porque este “marketing” denostado en el debate político portuense, no solo sirve para captar votos, sino también para ponernos en el mapa, como destino turístico y como opción de inversión privada.

¿Con un Polígono de Las Salinas lleno de empresas podremos volver a nuestra tierra? Claro que no. No hay motivo para la efusividad desmedida. Porque obviamente no somos la antesala de los Juegos Olímpicos. Pero tampoco una ciudad sumida en el caos por un “gobierno acabado”, sin gestión alguna. Ante tanto relato exagerado, yo me declaro fan de Iris, la joven escritora que ha sacado los colores a los grandes expertos, fan de la moderación y el sentido común.

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