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Puente de Ureña

Más vale sonrisa en mano…

Vázquez Bermúdez habla del influjo de vocablos árabes en las cosas más usuales

Alibrado de la Concepción se lo llevaron los demonios. Él, que era un "santo varón", él que se había matado por todos. Él que trabajaba más que un aerogenerador, antes, molinos de viento, cuando lo llamaron gafe. Lo contaba a las seis de la mañana en Maitinalia, tertulia del primer café, ante el profesor Vázquez Bermúdez, Melchor Ramos Alba, Andrés Castilla, Juan Carlos Carrillo, Juan Sánchez Morillo, Desiré Gómez, David Orce… La tertulia cada vez más llena.

"Iba en el coche de línea, yo nunca lo cojo, pero era pa mi hermana y tenía hora en san Carlos. Encima que tardó más que nunca, yo mirando el reloj, va el puto coche y se avería en los gitanos. Tuvimos que transbordar y llegué tarde. Y va el Malicia y me dice que soy gafe, cuando el gafe es él".

Esta retahíla aquejada de estrambotismo, sonaba así tal la transcribo, porque Librado de la Concepción, al que Jesús Rodríguez Benzo llama Wilgefortis por la cara barbuda y mal encarada, es protestante en el sentido de que protesta, porque protesta más que un Lutero con siete puertas.

Cállate, oé… El profesor Vázquez lo manda callar. El Librado de la Concepción cuando coge la tabarra no se calla ni buceando. El Juan Carlos Carrillo dice que lo mismo le pasa al Escopas de Ubrique.

Alguien dice que los gafes son y están. (Me niego a escribir los nombres de los aquejados de tal enfermedad). Alguien dice que Berenguer era gafe. ¿El escritor?, no, el banderillero de Joselito el Gallo que cuando percibía olor a cera, había una muerte en el ruedo. El mismo Joselito y Granero en cuyas cuadrillas actuó, murieron trágicamente. Sería bipolar, dice Andrés Castilla. Alguien opina que ahora hay un banderillero que es casi igual. El Jarocho, que actuaba en las cuadrillas de Víctor Barrios e Iván Fandiño, ambos fallecidos en el ejercicio del toreo.

Paco Olmo opina que eso es el colmo. Pido silencio. La pierna me está matando. Padezco recrudecimiento del Psoas espasmofílico. Pido agua para trufarme de pastillas. El profesor Vázquez Bermúdez habla sobre el influjo de vocablos árabes en las cosas más usuales. Como está en tertulia Manuel Fernández Coca, presidente del Mercado, saca a colación la mojarra, del árabe muharrab, afilado, por la forma de punta de lanza del pez, del que aparecen las variantes dialectales moharra, bojarra, muharra y almuharra, con la hache aspirada. Todo el mundo ya está cambiando de tema, cuando aparece el Nequamquam, con cierta fama de… manzanillo. (El presidente José Acosta sabe de manzanillo una barbaridad erudita y bien argumentada). Retorna el asunto como fascitis condromalática. El dolor y los olores son recurrentes. Juan Carlos lee, de su google testimonial: Cicerón, que en De divinatione mostraba su interés en saber por qué era signo propicio el aleteo del cuervo hacia la derecha y también el de la corneja hacia a izquierda.

El Nequengue que es adobo con bastón, afirma: En las cornás graves de San Isidro estaba la Cristina Sánchez en el palco. ¿Será sangangüi? Ahí lo dejamos. Tampoco hay que llevar la contraria a las circunstancias. Inmunditia spurca, oder.

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