Si prestamos un poco de atención a la cesión del pasado martes en el Senado español, cuesta trabajo reconocer si era en directo o era una grabación de hace más de una década. No puede ser, no puede ser, ¿de verdad estaba pasando? Quedaba sorprendido al escuchar los insultos y la argumentación que desde la bancada de la derecha se hacía sobre ETA. ETA era, lo explico para los más jóvenes que desconocen esta etapa dolorosa de España, un grupo terrorista que bajo el discurso independentista vasco mataba de forma cobarde a cualquier ciudadano que le pudiera dar publicidad. Militares, policías, guardias civiles, políticos de derecha e izquierda, periodistas. Cualquier persona que estuviera fácil en su punto de mira. La Transición española tuvo mucha sangre a costa de estos desalmados. Pero hace una década que este país acabó con esta banda. Ha costado mucho trabajo, pero al final la democracia ha podido con ellos.

La reinserción es buena para la paz, para la convivencia del País Vasco; decía un político del PP (creo que Borja Samper) que era mejor tenerlos en las instituciones que pegando tiros. Pero el recuerdo, el dolor causado, es una cuestión que no se puede olvidar en una década, va a costar trabajo olvidar tanto daño causado y son las víctimas, sus familiares, los que tienen todo el derecho a no olvidar.

Pero los políticos, los partidos políticos, tienen que gestionar pensando en lo mejor para el país. La política no se puede hacer con el corazón, hay que emplear la cabeza. No es que se olvide, pero lo más humillante, lo más indigno, es pretender utilizar el dolor, la memoria, remover el pasado, para obtener rédito en unas elecciones.

El terrorismo en España desapareció hace una década bajo un gobierno del Partido Socialista, que en plenas negociaciones la oposición del Partido Popular trató de boicotear. Llamaron asesinos, amigos de los terroristas, que tenían las manos manchadas de sangre, tanto a Zapatero como a Rubalcaba. Era indigno y miserable los insultos a unos políticos que lo único que querían era que ETA dejara de matar, dejara de causar más dolor. Y lo consiguieron a pesar de.

Esta es la historia, lo hicieron contra Felipe González, lo hicieron contra Zapatero y ahora lo hacen contra Sánchez. ¿De verdad hay que retroceder en el tiempo para causar dolor en unas elecciones municipales y autonómicas? ¿Es esta la política que queremos los españoles en el siglo XXI? Y siguen sin reconocer que tanto Aznar como Rajoy negociaron con la banda terrorista cuando esta estaba a pleno rendimiento. Ahora con el pretexto de acabar con el sanchismo, que es lo mismo que decir echemos a un presidente ilegítimo, se vuelve a sacar el tema del terrorismo.

Es bueno recordar como en la Transición, que no fue fácil, se sentaron juntos políticos tan diferentes ideológicamente, algunos con responsabilidades políticas por graves acontecimientos en la época, y cedieron en las negociaciones por el bien de España. Esto hoy, con lo que tenemos, es imposible.

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