Rafael Duarte
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El puerto de Cádiz necesita los suelos de Delphi. Necesita una superficie cercana al tren para convertirla en algo así como en un puerto seco que sirva para acoger los proyectos que, muy pronto, si no ya mismo, no puede acoger la dársena portuaria de La Cabezuela. Pero la lentitud de las administraciones y el pozo de la burocracia hace que los suelos sirvan de pasto para las vacas en vez de servir para un uso logístico que conllevaría de manera casi inmediata la generación de empleo y riqueza para una provincia tan necesitada como la de Cádiz. Pero los recursos y los pleitos se eternizan, los trámites se hacen imposibles y los plazos son los que son. Y ahora, de repente, llega alguien que dice tener un plan que, sin prejuzgar su idoneidad, le pone la cara colorada a las administraciones recordándoles que el suelo sigue ahí en el saco del sin sentido esperando a que algún príncipe azul le de uso y vida. A ver qué pasa.
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