A lo largo del tiempo de la vida, que no es más que una sucesión fugitiva de momentos efímeros, y que borra todo lo que pasa, como las aguas del río de Heráclito. Menos al procurador de Judea, Poncio Pilatos, quien pervive en las memorias cristianas con su acción para con Cristo, inmortalizado de muchas maneras y leyendas.

Ahora mismo, ya estaría en el palacio de Herodes en Jerusalén, porque se alojaba en el lujo y no con la guarnición de la torre Antonia. Para vigilar la asistencia de los miles de peregrinos que acudían a Jerusalén por la Pascua. (Según los cálculos de Flavio Josefo, el día de la pascua se sacrificaban 270.000 corderos aproximadamente, lo que da idea del gentío ingente, estimado en casi tres millones de personas). Su lavado de manos y su mujer que le avisó que no tocase la sangre de ese justo, está en todos los evangelios. Desde que el cristianismo tiene poder. Se sabe también que Claudia Prócula sentía cierta simpatía por el judaísmo, sus ritos y sus gentes.

Se ha dudado de la costumbre romana de liberar a un preso, Cristo o Bar Abbas, al no hallarse nunca un documento que confirmase tal hecho. Sin embargo existía la costumbre romana de quitar las cadenas y libertar a los presos en la fiesta de la lectisternia, o un extracto del Tratado Pesachim de la mishná, que recoge el caso de un preso que iba a ser liberado poco antes de la cena pascual. Ahí perdió Pilatos la oportunidad de salvar al justo de la cruz.

Después de la muerte del nazareo, cuando Pilatos es depuesto y enviado a Roma, muerto Tiberio y Elio Sejano comenzando el reinado de Calígula, se habla de muchos escritos y evangelios apócrifos a favor de Pilatos. El investigador Lémonon sostiene que una corriente patrística considera a Pilatos como cristiano. Y una tradición copta reconoce a Pilatos como mártir y lo inscribe en el calendario de Santos de la Iglesia etíope. Y la Iglesia griega, si bien no eleva a Pilatos a los altares, venera el 27 de octubre la santidad de Claudia Prócula. El tratado de Judaicis supertitionibus de Agobardo, obispo de Lyon, narra que al no haber hallado Pilatos el cadáver de Cristo, fue él mismo el que proclamó la resurrección del señor.

Las leyendas dan como lugar de nacimiento del procurador Lyon, pero a mí me gusta más, personalmente, la que lo sitúa naciendo en Sevilla, Hispalis. Su singular calvicie, paso del Ecce Homo, de Pilum, pelo, y su exilio en Vienne, cerca del Ródano. El río fuera de las murallas formaba un gran meandro y descendía con ímpetu. Allí se arrojó a las aguas para siempre.

Hay o existe aún una leyenda afirmando que del río emerge cada año el espectro del procurador de Judea vestido con la misma toga que llevaba el día que dio vía libre a la ejecución del Nazareno.

Y dicen, que quien ve el fantasma está destinado a morir dentro del año. Sí es cierto que pudo tener fe, se salvó. Sí no se perdería en el panteón de los dioses extintos. La imaginación produce frío. La historia es agua si la mar es tiempo. Y una noticia de nuestro Diario de Cádiz, hace tres días, lleva como titular, La Semana Santa del Covid: El protocolo 'Pilatos'. Ver para creer aún más.

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