Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

Nada, no esconde nada. La moda es una práctica comercial y que gracias a sus cambios mantiene una industria compleja y sencilla a la vez potenciando los deseos de cambio, tan necesarios para los que nunca están satisfechos con lo que tienen, así como para crear ídolos de pandereta. De ahí su peligro.

Su aspecto más inofensivo quizá radique en lo referido a las indumentarias, caso de los colores, las líneas de confección o las tendencias más variopintas, tales como las rutas turísticas, los viajes en cruceros de ensueño, el empeño por probar la mejor croqueta del mundo; pero a la chita callando todo obedece a un fin premeditado, someter al individuo a voluntades impuestas so pretexto de que se economicen sentimientos particulares; es decir, que impere la manada.

Lo positivo de la moda es que para que se tome como tal debiera admitirse que es pasajera. Para demostrarlo están los pinchaúvas, los famosetes televisivos y toda esa ralea que vive del cuento. De este apartado forman parte todas las castas de todos los géneros, flores de un día aunque con la pretensión de hacerse eternos. Exacto, me refiero a los dedicados al mamoneo político; basta echar la vista atrás y ponerle el termómetro de la moda a aquel Sr. González antes de convertirse en jarrón chino. No digamos nada dónde quedó la cumbre que alcanzó el autor del ‘puedo prometer y prometo’ y de todos los de su tiempo —incluido el Emérito—, más los que han llegado y siguen llegando después. 

¿Sánchez, Iglesias, Casado, Abascal…? Flores de un día. Como les pasará a todos los que están ahora en la pasarela. No obstante, y para subrayar el fenómeno, tenemos a Díaz Ayuso, la señora que ocupa ahora su privilegiado papel en el machito y que más ‘guantás’ está recibiendo… ¡de su propio partido! Pensar por uno mismo conlleva siempre funestas consecuencias.

Al final habrá que darle la razón a Francisco de Borja cuando dijo ante el cadáver de la esposa de Carlos I, la emperatriz Isabel de Portugal: “Nunca más servir a señor que se me pueda morir”. O sea, a nadie. Todos pasan de moda.

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