Turismo Cuánto cuesta el alquiler vacacional en los municipios costeros de Cádiz para este verano de 2024

Cuando la Virgen del Carmen ya había bendecido las aguas, la piel de lagarto de mi espalda ya se desprendía a jirones, señal inequívoca de que, a pesar de las tradiciones, ya había pisado la playa mas de una vez.

Quiero recordar que no siempre fue así, ya que en aquellos lejanos 70, tras las vacaciones escolares, aún queda la consabida compra de la temporada de playa. Eran tiempos en los que soñábamos con aletas y gafas de buceo con un tubo, que no sabíamos ni utilizar, y que en raras ocasiones se nos entregaba entre los enseres propios y necesarios para no dar mucho por saco en verano.

Eran tiempos de primeros de julio, cercanos a la Virgen, cuando llegaba la hora de probarnos bañadores y camisetas, y ya, con el nerviosismo propio de la infancia, soñar con los días de playa.

Con el paso de los años rememoras con nostalgia aquellos dorados momentos, en los que los problemas propios y normales de cualquier familia nos pasaban de puntillas por nuestra rutina, y así, camino de esa Puntilla, vivimos aquellos despreocupados días que soñamos con volver a vivir.

Hoy contemplamos a quienes nos siguen, a los que siguen a quienes nos siguen, y, aunque solemos repetir aquella frase tan madura de que eran otros tiempos, o no saben divertirse, o antes era otra cosa, la verdad es que la vida sigue igual.

Hoy sigue habiendo temporada, y el Shein y el Amazon son las zonas de avituallamiento, y, al igual que nosotros, la mayoría siguen despreocupados, ajenos a los mil problemas y disfrutando su infancia en doradas arenas, despreocupados y ajenos.

Mil formas de divertirse sustituyen a las de antaño, y que, de haberlas tenido, también las hubiéramos aprovechado. Nos quejamos hoy del abuso de la electrónica, que encierra en su propio mundo a miles de jóvenes, pero que, a su manera, no son tan distintos a nosotros. Aquellos días de verano no son ni más ni menos que versiones del que vivimos, con intactas ilusiones, y espaldas menos despellejadas gracias al factor 50.

Aquellos días de verano, que ya no volverán, simplemente resulta que no volverán a nosotros, que cargados de los años que el tiempo nos va regalando nos impiden volver atrás, pero que, al fin y al cabo, se viven en quienes vienen empujando. Hoy, cuando la Virgen del Carmen ya ha bendecido las aguas miro una playa cargada de ilusión, con personas, o personitas, que siguen hundiendo sus pies y manos en una arena tan dorada como la mía, y es que, al fin y al cabo, la vida no es tan diferente, nosotros sí.

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