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Un reportaje sobre la música en Tik tok afirma que los usuarios no aguantan más de 30 segundos escuchando la misma canción. El testimonio de una chica lo confirma. Dice que cuando llega al estribillo, se cansa y cambia. Los productores explican que el impacto sobre los creadores musicales ya es obvio: las canciones de éxito han reducido su duración de manera que cada vez son más cortas y adelantan el estribillo para resistir al “streaming”.
Esta mañana, otro mini reportaje en las noticias de TVE pone su foco en tres creadores de música urbana. Uno de ellos, productor, asegura que ahora, con un mes de formación desde casa, ya se pueden hacer canciones que suenen en la radio.
Velocidad, inmediatez. Instagram Reels y TikTok están consiguiendo cambiar el comportamiento de los consumidores y, de paso, la capacidad de atención de nuestros adolescentes. Se busca entretener al usuario con una amplia variedad de contenido para evitar el aburrimiento y mantener su interés durante el mayor tiempo posible. La consecuencia obvia es la falta de paciencia. Se salta de una imagen a otra, de un vídeo a otro, de un tema al siguiente. No hay tiempo ni ganas para más. Vídeos de corta duración, fácilmente compartibles y, por tanto, con más posibilidades de volverse virales. Frases claras y directas, elementos visuales impactantes que capten rápidamente la atención.
Y funciona. Un reciente estudio, 'Nacer en la era digital. Generación IA', analiza las tendencias y uso de las pantallas de los jóvenes entre 4 y 18 años en cuatro países. Asegura que en España pasan 94 minutos al día conectados a la red social TikTok, lo que equivale a casi 24 días completos al año.
Es tan obvio que casi me da pereza forzar una conclusión. Simplificación, reduccionismo, falta de profundización, incapacidad para concentrarse en cualquier cosa que exija un esfuerzo, pérdida de tiempo, ausencia de espíritu crítico, borreguismo… Con todo este caldo de cultivo estamos siendo arrastrados a un pozo, lo intuimos y, sin embargo, no hacemos nada por evitar la caída. ¿De verdad queremos una generación menos inquieta, más simple, más perezosa y desmotivada, menos culta, más manipulable? Yo diría que sí.
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