Hace unos días, este diario reflejaba la noticia de que el Tribunal de Cuentas pide sancionar como responsables contables a los dos últimos alcaldes de la ciudad, Sr. Loaiza y Sra. Cavada, y a sus respectivos delegados de Urbanismo por el impago del canon de ocupación del Club Náutico de la Casería. Son cantidades que se adeudan a la administración local por unas cuotas que se tenían que haber recaudado y no se ha realizado. Pueden haber motivos justificados por la situación del club o por otras cuestiones. Lo cierto es que esta administración local no gana para sustos jurídicos. Primero fue la indemnización al Tanatorio. Luego las reclamaciones de propietarios del Polígono Fadricas II y ahora llega el turno a La Casería.

La historia de este náutico sí que es de juzgado desde su inicio. Desde su construcción en 2006, con enormes fallos en su proyecto, todavía está metido en un proceso surrealista. Construido en un fangal, sus instalaciones han sido parcheadas, con el consiguiente gasto público, y todavía no se le ha dado solución. En 2018 se iba a proceder a la retirada del lodazal que lo inunda, había autorización de Costas. Hoy, dos años después, no se ha realizado la operación. Pero la situación del náutico es consecuencia de las políticas realizadas, por nuestra administración, en aquella zona privilegiadas y maltratada. Y digo maltratada porque no se ha realizado una urbanización acorde con el entorno que posee ni tampoco con una mirada de futuro. Todo se ha parcheado y solamente mirando el cesto de votos que les puede otorgar una barriada que nada tiene que ver con lo que fue. La peor muestra fue la realización de las polémicas Torres, felizmente se quedó en tres, que se cargó para los restos la urbanización de la zona con más futuro de la ciudad. El Club Náutico se realizó sin una planificación general de la zona.

Todo lo que rodea, desde hace tiempo, a La Casería es surrealista. Y lo peor es que se sigue mirando, en la actualidad, a esa parte de la ciudad de la misma forma, con mirada corta. Ha pasado y está pasando con la regeneración de la costa. Todos los partidos llevan años intentándolo. Ha bastado que unas pocas voces se manifieste en contra para que un proyecto necesario y de futuro se guarde, de nuevo, en el cajón. Y todos los partidos políticos de la ciudad escondidos, aunque todos piensen que lo mejor para la zona es su resiliencia. Qué hacemos, seguimos parcheando y dejamos este rincón sin futuro o se plantea una actuación general unida a la zona de los Polvorines para que en unos años se convierta en una zona turística de calidad. Porque lo que hay ahora es, con todos los respetos, para estar por casa. Es posible respetar parte de lo que hay, pero dándole grandes dosis de necesaria calidad. Ya es hora de que el cambio llegue a La Casería.

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