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No se si se trata de una tradición ancestral, si es el comienzo de algo que perdurará; quizás sea moda, quizás una nueva apuesta, pero lo cierto es que es un hecho destacable, eclipsado por los rifi rafes entre cabalgatas y encuentros amenizados, y que a todos nos debería impactar. Ni los defensores del camposanto, ni los que se rasgan las vestiduras por aquello que ni les va ni les viene, se hicieron eco, como se merece, de algo que me parece no solo hermoso, sino una muestra de respeto hacia aquellos que nos esperan.

Mis ojos se fijan hoy en ese paseo de la Soledad, la Señora, hacía el cementerio, arropada por sus hermanos y por pocos más, cuando muchos deberían de ser los que, criticando las fiestas de fuera, pretenden la tradición, que ni ellos mismos respetan.

Mis ojos se vuelven hoy hacia esa Madre que acude a ver a todos aquellos que son reflejo de la muerte de su Hijo. Como decía no es el primer año que acude a la cita, espero que no sea el último, y no se si se trata de una recuperación de alguna tradición, o algo que debe ser ya tradicional.

Gesto alejado de encuentros en días no señalados para señalarse, y que en el día que debe ser, acude a la cita, evitando el protagonismo de ser respuesta a nada, ya que, por si mismo, el gesto se llena de grandeza. Ese paseo entre el silencio de quienes nos siguen gritando es ejemplo vivo de que quien quiere puede, de que no por renegar de algo somos más, sino, que, por el contrario, es ejemplo y mucho mas que aquello que no nos merece la pena ni mencionar, gesto en positivo de algo que a algunos avergüenza, pues, con una cara critican a quienes pretenden dar opciones, y con otra se ríen de los que consideran capillitas y súbditos de la iglesia, con toda el posible desprecio.

La Soledad, la Señora, vuelve a ser quizás la única que reconoce que se debe hacer en un día que, a todos, a todos, sin excepción, nos toca la fibra, porque aún no conozco a nadie que en día en el que los que no están, están más presentes que nunca, al menos en nuestras cabezas y corazones. Sirva esto de agradecimiento a quien, acordándose de todos, hace lo que quizás algunos no hacemos… visitarlos.

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