Análisis

Willy Doña

Resucitan la polémica del nombre del estadio Carranza

Grada del Carranza con cadistas y una pancarta con el nombre del estadio.

Grada del Carranza con cadistas y una pancarta con el nombre del estadio. / Fito Carreto

El equipo de gobierno municipal de Cádiz decidió resucitar ayer un tema que había enterrado a finales de 2017 cuando comprobó que los vientos no soplaban a su favor en el asunto del cambio de nombre del estadio Ramón de Carranza. Con Martín Vila como abanderado, se tanteó entonces esa posibilidad pero a él y a sus compañeros les entró canguelo cuando empezaron a comprobar que los gaditanos, ingeniosos donde los haya, hicieron la trampa donde estaba hecha la ley (de memoria histórica). Comenzó a sonar estadio Carranza a secas como solución favorita, esquivando las intenciones de borrar de un plumazo a Ramón de Carranza, del que lo más bonito que decían era "malvado". Por ahí no pasaban y apagaron enseguida la hoguera encendida por ellos mismos. El radicalismo local de izquierdas parecía tenerlo claro, estadio Fermín Salvochea antes que Carranza.

Y se muere Michael Robinson. Solo unas horas después, los historiadores Santiago Moreno Tello y Carlos María Porras Castaños abren en la conocida web change.org una petición de firmas para sustituir la denominación estadio Ramón de Carranza por la de Michael Robinson. En el momento de redactar estas líneas (21:15 horas del jueves) había reunido 701 firmas desde el martes. Por cierto, en noviembre de 2017 y en la misma web, Miguel Ángel Valdivia Núñez logró que 3.147 personas apoyaran su propuesta No al cambio de nombre del estadio Carranza.

La nota de prensa del Ayuntamiento anunciaba que "se va a articular un proceso participativo para decidir el nuevo nombre del estadio municipal. El cambio se adoptará en virtud de la Ley de Memoria Histórica y en la elección del nuevo nombre participarán la población gaditana y el cadismo".

Hasta ahí, poco que objetar. Lo que chirría es lo que aparece en el siguiente párrafo, en el cual se argumenta que la decisión se toma "debido a la propuesta espontánea surgida en redes sociales y que sugería el cambio del nombre por el del recientemente fallecido Michael Robinson". Y tan recientemente. Qué escaso tiempo han tardado en utilizar al llorado cadista como arma para la guerra política. Pues qué quieren que les diga, estoy seguro de que el voto de Robinson hubiera sido para que el estadio se siga llamando Carranza.

¿Qué necesidad tenía el gobierno municipal de introducir en el comunicado el nombre de Robinson, de convertirlo en su candidato oficial pese a esconder la mano en el siguiente párrafo después de haber tirado la piedra? De paso, así han provocado que resulte lógico sospechar que lo de la campaña de firmas en change.org haya sido algo orquestado por esos gobernantes y dos historiadores de ideología más que similar a la de ellos según se desprende de lo escrito en la referida web para intentar convencer a posibles firmantes.

Como se antoja impensable que Kichi y Martín Vila vayan a recular por segunda vez en esta materia, aunque cualquiera sabe, es obligado que el proceso participativo de marras sea lo más escrupuloso posible, algo en teoría garantizado con demócratas ejemplares de toda la vida en el poder. Y si se elige estadio Teófila Martínez, sin la cual no existiría este pedazo de estadio, pues a respetarlo.

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