Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

El dolor usa la tristeza para crecer. La memoria es una huraña cripta de pandora, donde suena el silencio con sus lágrimas cuando la urna lo requiere. Entre ser y haber sido está el no ser, el instante en el que todo se alinea por la línea de abajo del olvido, y vienen los recuerdos con su tropel de imágenes. ¿Por qué empiezo estas líneas con estas aserciones? Porque se me ha muerto mi compañero del Ayuntamiento y de la policía Mané García Ramos. Una persona íntegra, cabal y buena. Tío del matador de toros de La Isla Antonio Fernández, siempre lo ayudó y lo estimuló en su carrera. Nosotros compartíamos eventos taurinos en tentaderos de Carlos Núñez y en la Montera, y muchos interesantes desayunos funcionariales, especialmente con Guillermo Rodríguez, hijo del torero del mismo nombre y compañero de ambos.

Hay quien dice que las necrológicas se escriben en vida, y en este caso lo hago casi en las postrimerías de su óbito, en un intento de recordarlo vivo cuando aún vive. Las manías de siempre, a lo mejor por ser poeta.

No me gustan los tópicos. Repetir las ideas rodadas como cantos de río de un cadáver a otro.

Las banalidades, las esquelas, los pésames. El dolor es distinto en los grados de proximidad, no duele lo mismo al allegado más próximo que a un compañero, que a un conocido, que a un amigo ocasional. Y por supuesto a su familia.

A mí me dueles dentro de lo más mío. Porque eres en mi pensamiento y eras una persona limpia, buena, sin doblez, y eso, para mí, es esencial. Este poema de mi último libro que no has llegado a conocer, habla de esto, de lo que sentimos -los poetas somos así- cuando vemos venir la idea del fin. Es cuando uno se da cuenta que aquello es inalterable e inaplazable. Mané, amigo.

En el último instante el pensamientosabe que te disuelves y diluyes/ Toda tu vida y tu conocimiento/ apagado en el ciclo que concluye.

La fe, la duda, todo lo que incluye/ del dolor resignado al desaliento./ Desde el olvido que a la nada huye/ con lo aprendido desde el nacimiento./

Qué somos, qué sentido, qué manera/ de disolver la vida sin frontera/ morir para no ser, y no haber sido…/ Todas las emociones que sentiste/ cenizas y rescoldos que viviste…

¿Para qué nos sirvieron los sentidos?

Cuando vuelva a la Montera, con tu hermana Esperanza, tu cuñado Paco, el excelente Paco, y mi torero Antonio, sentiré cómo recorre el ruedo tu recuerdo más mío. Los viajes en coche, hablando de toros, siempre. Las bromas de Gaucín. Tantas cosas amenas.

Esto que escribo lo leerá tu familia, tu mujer, tu gente, algunos compañeros. Es una inmortalidad pequeñita y de andar por casa. No muere quien queda en las páginas y en el pensamiento. Ni quien construyó algo sólido como una amistad verdadera.

Descansa en paz, amigo. Comparto tu dolor y vives en mis ecos. Tomaremos café cualquier mañana.

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