Privatizar la sanidad

Ahí fue cuando me planteé contratar un seguro médico privado sin período de carencia y hacerme las pruebas antes, porque me temo que cuando reciba la esperada llamada habrá pasado ya la fecha de mi siguiente cita

Hace tres meses participé en un partido de baloncesto de la liga ADAAB. Normalmente juego diez minutos para evitar lesiones. La edad y el sobrepeso están siempre presentes y poco antes del confinamiento tuve un esguince de tobillo que aún hoy duele cuando hace frío. Ese día tuvimos muchas bajas en el equipo: gente enferma, con molestias, con compromisos ineludibles. En vez de jugar esos diez minutos, cinco por mitad o un sólo cuarto entero, tuve que hacer un esfuerzo y me mantuve casi treinta en pista. Me encontré bien. Al día siguiente dejé de hacerlo. Sentía molestias en la rodilla izquierda aunque no había sufrido ningún golpe, gesto o torcedura. Supuse que serían agujetas, o quizás tendinitis. Durante dos o tres días anduve cojo, pero luego se me pasó.

El siguiente partido jugué menos, sentí inseguridad en la rodilla y controlé los minutos en pista. Pero al día siguiente me dolía horrores, especialmente después de estar mucho tiempo sentado. Estar sentado es parte de mi oficio: leo y escribo correos; leo y escribo demandas. A veces estoy toda la mañana sentado, otras estoy toda la mañana esperando en un pasillo de un juzgado. Pensé que si paraba los esfuerzos, el dolor se iría. Esguince leve igual a dos semanas de reposo. Y dejé de jugar. Al cabo de un mes me encontré mejor y me probé en un partido amistoso: el colegio de abogados de Cádiz frente al magnífico equipo +QVeteranas. Durante cuatro o cinco días anduve cojo, luego no se me pasó.

Pedí cita con mi médico de cabecera y tras verme pidió una radiografía para descartar fracturas óseas -el menisco andaba cerca- pero el día que tenía la cita tuve fiebre y me dijeron que por precaución no fuera. Luego, aunque seguía cojo, por la inercia laboral y personal, tardé dos semanas en volver a pedir hora con mi médico -que estaba de huelga- y conseguí una nueva cita para radiografiarme la rodilla. No tardó mucho, y resultó que no había nada roto ni fisurado. Tras esto, me dieron fecha para que me viera el traumatólogo, y eso ya fue más tardío. Tres meses. También había solicitado cita con el endocrino. Cuatro meses. Ambas citas distaban tres días entre sí. Todo estaba relacionado, en realidad.

Poco tengo que decir sobre el traumatólogo ni la endocrino, dos profesionales maravillosos y empáticos, ni sobre los enfermeros que trabajaban con ellos y que me dieron citas de revisión para junio y julio. Poco tiempo en realidad, si pensamos que el plazo para que me hagan una ecografía y una resonancia magnética es indeterminado. "Te llamarán de aquí a cinco meses. Si no lo hacen, llama y pregunta", me aconsejaron. Nadie ha llamado aún. Ahí fue cuando me planteé contratar un seguro médico privado sin período de carencia y hacerme las pruebas antes, porque me temo que cuando reciba la esperada llamada habrá pasado ya la fecha de mi siguiente cita con el traumatólogo. Recordé el último programa de 7TV en el que participé como contertulio, en el que un compañero decía que el retraso en las listas de espera de los hospitales es provocado por aquellos que quieren privatizar la Sanidad. Y entonces encendí la tele y vi lo de la operación "Mediador y la utilización de la decisión de Ferrovial para desviar la atención por parte del Gobierno.

Y como estoy acostumbrado a los retrasos en la administración de Justicia, mi rodilla y yo sólo (con tilde) nos cagamos en la mitad de los muertos de esos corruptos e ineptos que provocan retrasos en Sanidad mientras se gastan nuestros impuestos en chochos voladores y en conciertos innecesarios. En la otra mitad lo haré en junio o en julio.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios