Informe Plus +, programa que continúa la labor de Informe Robinson, ha estrenado en esta semana uno de esos grandes reportajes (grande en todos los aspectos) en los que el aspecto más romántico del fútbol prevalece entre nombres y nostalgias. En estos meses en los que se plantea el futuro de la Liga más allá del espectáculo, como un fenómeno sociológico que parece haberse empachado de sus excesos, con el racismo y el fanatismo en general pudriendo los tobillos del fútbol español, la mirada limpia de los veteranos es un bálsamo y un espejo en el que poder seguir mirándose las nuevas generaciones.

La excusa del programa de Raúl Ruiz en esta ocasión es el recuerdo de Pichichi, uno de los héroes de Amberes 1920, competición olímpica donde se forjó el mito de furia de la selección que precedió al actual tikitaka. El espigado bilbaíno Rafael Moreno fue uno de los grandes pioneros de aquellos balones de correaje que destrozaban las frentes así que el malogrado delantero pasó a la posterioridad con su efigie rematada por un pañuelo anudado como protección. Pichichi fue una leyenda del balón de su tiempo y de ahí que el periódico Marca bautizara el premio al máximo goleador liguero, creado en los años 50, con el nombre del travieso jugador del Athletic. Y fue un paisano, Zarra, el que alzó la primera copilla. Pichichi es una palabra admitida como “goleador” por la RAE aunque desde que el jerezano Güiza se proclamara pichichi en 2008 ningún español ha sido profeta en las redes de su tierra.

Güiza es uno de esos sabrosos invitados del reportaje junto a Manolo, Diego Tristán o el gran Poli Rincón, al que la directiva del Betis quería impedir que fuera máximo goleador allá por el 83, en vísperas maltesas. Porta, Carlos (nunca fue internacional pero sí fue el médico de la selección) ol el berciano Marianín forman parte de esa galería de honores. Pichichis de otra época, un fútbol de otro tiempo y los valores de siempre. Grandes cromos de la infancia al que les debemos respeto.