No son okupas al uso, pues tienen el beneplácito de los propietarios, con quienes firman contratos éticos en los que el lucro y la especulación están vedados. En el caso de que sean espacios públicos, que alguno habrá, lo que hacen es redactar un convenio bilateral en el que falta una firma. La idea es que no quepa duda de cuáles son los objetivos: dar vida al patrimonio que está en desuso, como si estuviéramos en Europa. En el grupo promotor hay gente experimentada y formada en albañilería, antropología, leyes, artes... Quizás te hayas cruzado con estas personas, quizás vivan a tu lado, pero llevan adelante su proyecto como fantasmas de otra dimensión, con otras formas de vida, otra cultura. Entrar en estos sitios, donde aúnan respeto y modernidad, tradición y accesibilidad, es como entrar en la cara oculta de la realidad.
Por ahora, en su catálogo de resurrección patrimonial hay una pequeña bodega, dos casas palacio, una batería defensiva del siglo XVIII, unas catacumbas y una pequeña red de túneles bajo el casco histórico. Dentro de ellos hay salas de exposiciones, auditorios, oficinas, albergues, bibliotecas, huertos, talleres de oficios clásicos, laboratorios de energía. Y entre sus usuarios hay jóvenes, pensionistas y trabajadores de todo tipo, entre los que se encuentran técnicos municipales y hasta concejales de diferentes ideologías. Pero no se lo digas a nadie, es secreto. Que no se pierda la fantasía.
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