Si bien entre la Pascua Florida y el Pésaj existe una continuidad histórica y religiosa, no cabe ningún género de dudas que con el paso del tiempo en ambas evocaciones, tanto católicos como judíos ya se han dado perfecta cuenta de lo que es hacerle 'la pascua' al prójimo sin rubores ni arrepentimientos timoratos.

Aunque la expresión 'hacer la pascua' tiene un origen incierto, bien podemos asegurar que a día de hoy todo quisqui sabe muy bien a que nos estamos refiriendo cuando la usamos a propósito de algo o alguien que nos está molestando y/o perjudicando de manera ostensible en nuestra vida diaria.

Un ejemplo de lo que digo bien puede ser la dejadez por parte de la anterior y el actual responsable de turno de las instalaciones del Teatro Municipal, edificio absolutamente infrautilizado que nos costó muchos años reivindicarlo y también una buena 'pasta' de todos los andaluces, para que ahora sus dependencias se caigan a pedacitos y el hecho cultural en sí mismo sea pura entelequia para quien tiene que dotarlo de contenido desde la mañana a la noche.

Otro ejemplo palpable de lo que es 'hacer la pascua' lo tenemos en el empeño municipal por las viviendas de lujo y los apartamentos turísticos en los cascos de bodega de nuestra ciudad. Viviendas y apartamentos que no están diseñados para los porteños y las porteñas de a pie que, a buen seguro no podrán acceder a estas infraestructuras residenciales porque no tendrán capacidad económica para ello. Las VPO son la anécdota inspiracional que nos proponen para generar un sentimiento de esperanza. Los cascos de bodega piden a gritos infraestructuras culturales, deportivas y de servicios sociales a la comunidad.

Y nuestra 'pascua' más barroca y pomposa la hemos conocido y nos la han hecho esta misma semana en donde 'casualmente' y coincidiendo con la obras del paseo fluvial ha desaparecido uno de los puntales que sujetaban las ruinas del Vapor Adriano III que, consecuentemente ha ocasionado la rotura de la popa y el desplome de gran parte de la cubierta de la motonave. Ésta y no otra es la historia en El Puerto del trato que se le da a los Bienes Muebles de interés Cultural.

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