Balas de Plata
Montiel de Arnáiz
Zoto Hibars
Flota La Isla inerte, La Isla que no admite el humor, la ironía, el sarcasmo, sobre su fango disoluto, sus bajamares atollantes, su agua huida y ausente. Sus bocas humanas, peor que los cangrejos que tienen buen comer. En la Isla, ínsula, pasan cosas y cosos. Conozco gente que, ante la superstición se atropellan como niños detrás de un caramelo. Es el miedo mental que calza suelas de terror. Miedo de trinchera y avante. Escalofríos de temblor paralítico. Ya escribí de aquel peón del Gallo, Blanquet, que olía a cera cuando iba a suceder un óbito intempestivo. Blanquet era bizco del izquierdo, además. Dicen que vaticinó la muerte de Granero, la de Joselito y la suya propia, así como la de su cuñado Sánchez Mejías. Demasiado pal guiso…Hay quien achacaba el fario malo al rey de los toreros. Pero no previó que su compañero de cuadrilla, Enrique, el Cuco, se degollase por su mano, algo más tarde, de su muerte.
Curiosamente las diez alternativas dadas por Joselito estuvieron también marcadas por la mala suerte, o el mal fario, pues la muerte y los infortunios acompañaron a sus protagonistas. Solo dos de ellas llegaron a buen puerto aunque no como toreros. Cinco de sus apadrinados cayeron como él en los ruedos, muertos por las astas de los toros: Florentino Ballesteros, Ernesto Pastor, Varelito, Felix Merino y su cuñado Ignacio Sánchez Mejías. Juan Luis de la Rosa cayó asesinado en Barcelona en 1937 durante las revueltas callejeras en plena guerra civil. Pacorro murió en la miseria más absoluta, Angelete terminó inválido por una gravísima cornada y un desafortunado accidente, y sólo acabaron medianamente bien Camará y Dominguín. Y a Dominguín, el padre de Bosé, se le suicidó su hermano Domingo de un tiro en la cabeza.
La mala suerte es firme, reiterativa, digna de cantares de gesta, de casualidades, azares con vinagre y pavores que guardar. ¿Quieren más casualidades? La tarde que el toro mató a Yiyo, se ataron cabos y se comprobó que había elegido el mismo número de habitación de hotel que Paquirri en Pozoblanco. Vistió de azul como Paquirri aquella tarde… Los toreros, que ven la muerte ante sí, si son supersticiosos, extremarán, cuitados, tocando madera y lo que sea, el contrarreste de los hados. Pero hubo más. La gente lo decía. No querían torear con Lalanda, con Marcial, que estuvo, de bóbilis, bóbilis en el mismo cartel donde sucumbirían trágicamente, Varelito, Granero, Litri y Curro Puya.
Cuando salen al ruedo, no pisan las rayas, tocan madera de las puertas, hacen cruces con los pies, -eso en la puerta de cuadrillas- fuera, odian el color amarillo, la montera sobre la cama, algunos comentarios, un bisojo, bizco o levógiro, un coche fúnebre cuando van por la calle, la montera boca arriba…la casualidad es la mano manca del azar, como la describiera Juan Mena. Y a todo el que confluya en él, le colgarán el título de gafe, palabra que se usa como adjetivo o sustantivo, cenizo, manzanillo, agorero, jetatore, aguafiestas…Conozco a uno, que no iba a torear a la ganadería de la Victoria, en la carretera de Medina, porque pasaba por el cementerio mancomunado.
Domingo Delgado de la Cámara, comentó en la retransmisión de una corrida, que Lupe Sino, la pareja de Manolete, al que mató el toro Islero, de Miura, en Linares, que el día de la muerte de Lupe, se lidió en Madrid un novillo que se llamaba Islero. El sardonismo ibérico es así de incidente sobre los supersticiosos. A Morante, le echaron un toro llamado Bailador, a él que venera a Joselito el Gallo, en una suelta en la que, claro, no estuvo afortunado. El día seis de agosto de este año se lidió otro Islero en Madrid, de Julio de la Puerta, con lo que se siguen
tocando las teclas del piano gafeltoideo. Siguen existiendo hoy en día, cruz detentada por Jarocho, que militó en la cuadrilla de Víctor Barrio cuando lo mató Lorenzo, de los Maños y en la de Iván Fandiño cuando lo finiquitó Provechito de Baltazar Iván. ¿Y cómo lo deduces? Porque era él el que figuraba en ambas cuadrillas. Y el otro día toreaba con Manuel Perera al que un toro le sacó las tripas, igual que a Joselito en Talavera. Existen meigas, gafes y fiestas de guardar más allá de los tempos y las témporas. El miedo es esa espuma que da el ma
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