El haber vivido mucho tiempo con abuelas, dio, sin duda, a mi existencia unos valores añadidos y la seguridad de ser un eslabón entre generaciones. Un enlace más de esa cadena mucho mayor que es la familia.

Formo parte de una tribu con defectos evidentes y corazón de oro. Los quería y quiero muchísimo aunque se pasaran, - como a veces yo-, en excesos de consejos y proteccionismos. Si pusiera en una balanza lo que me aportaron y controlaron, el platillo se inclinaría a los aportes.

Cuando hablo de aportes, nunca me refiero a los económicos, que mis dos abuelas quedaron viudas en tiempo en donde a las viudas les daban, si acaso, el pésame. Eso no achantó lo más mínimo a la madre de mi padre que en pocas semanas montó su pequeño taller de costuras. Cinco hijos. Sola para sacarlos adelante. Un orgullo que le daba todo el derecho del mundo a reñir a cualquiera de sus nietos. Mi abuela materna quedó viuda cuando sus hijos ya eran mayores y, de alguna manera, se sintió más protegida.

Me casé muy joven, apenas acabé de estudiar. Cuando llegó mi hijo, tenía veinte y pocos. Sin experiencia pero con una suegra y una madre pendientes de nosotros. En Navidad siempre enciendo una vela por ellas. Las mujeres de mi tribu.

Con más ilusiones que aciertos, construimos nuestra familia reforzando los vínculos familiares. Mucha duna y escasos restaurantes. Mucho camping y apenas hoteles. Cuentos al dormir. Fiestas en la casa donde acudían los amigos con sus hijos…

Alguno podría pensar que si en Navidad no siguiéramos recibiendo estas visitas familiares, nos moriríamos de aburrimiento. No es así. En casa no existe esa palabra. Es… más hondo. Muchísimo más profundo. Canto a mis nietos como me cantaban a mí. Y al verlos relajados en sus camas, siento que mi voz se hace eco de otras voces anteriores alejadas en el tiempo. A los nietos mayores, les gusta oír nuestras historias de cuando éramos niños.

¡Qué corto el tiempo de estar todos juntos! Agradezco estos despliegues de risas y sonrisas y, sobre todo, que deseen aprender nuestro lenguaje de abuelos.

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