Turismo Cuánto cuesta el alquiler vacacional en los municipios costeros de Cádiz para este verano de 2024

Ya es casualidad que el día que publicaba este Diario el devastador informe de Asuntos Sociales sobre la ciudad, la sección de "Hace 25 años" citaba la visita a Cádiz de Javier Arenas, entonces candidato a la Junta. "Nunca había visto tanta depresión en el casco antiguo", dijo. Fíjate.

Pues bien, hoy, según ese informe, todo sigue igual. De nada sirvió el paseo de 20 años de la mano de Alicia por el país de las maravillas. Un paseo al paso alegre de la paz, carísimo si miramos la deuda que dejó, mientras la política era algo más cercano al music-hall.

Ahora resulta fácil, lo he leído, echar la culpa de la ruina y la 'cultura de la paguita' al inmigrante, como dice el tipo ese del caballo que nos quiere reconquistar. También es fácil culpar al despoblamiento, como si fuera un fenómeno meteorológico; o negarlo, como hacía el anterior gobierno local, alegando -¿recuerdas?- que Estadística contaba mal. Más fácil aún resulta echar la culpa al Carnaval. Vale ¿Y a la Semana Santa no? Viendo a jóvenes cuya aspiración no es acabar el bachillerato, sino salir detrás de un paso con un tambor y vestido de suboficial austrohúngaro. Pero lo más fácil de todo es opinar desde Vistahermosa.

Dice el informe que Cádiz es una ruina. Y yo añado, una ruina demolida con tópicos narcotizantes por una burguesía cateta, narcisista y beatona.

Pero más que buscar un culpable externo, mirémonos -más arriba del ombligo- a nosotros mismos. Entre todos hemos alentado una sociedad conformista, donde las virtudes cívicas brillan por su ausencia. Viene al pelo lo de Flores Magón: "Nada hay más desolador que un esclavo satisfecho". Y mientras los de arriba rentabilizaban la credulidad y la ignorancia de la gente, hoy presuntos ciudadanos están "preocupadísimos" por la iluminación navideña; acaso más que por pagar la luz de su casa. Aquí, se dice que la educación está deslegitimada -¿estudiar para qué?- mientras los colegios públicos languidecen al borde del cierre, y se llenan los colegios religiosos donde se paga, claro que se paga.

Una ciudad casi muerta, teatral, pero indescifrable, pues pese a todo, sigue viva. Esto es Cádiz: 'Eppur si muove'.

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