Polémica Cinco euros al turismo por entrar en Venecia: una tasa muy alejada de la situación actual en Cádiz

Se me enredan objetos, situaciones y emociones. A veces no puedo tirar una prenda de vestir porque conservarla es retener a alguien o un momento queridos. He recuperado blusas de mi madre solo porque me la traen de vuelta ahora que hace ya tanto que se fue. Las canciones se vuelven banda sonora de un viaje en familia, un baile de dos cuerpos que se rozan, un fin de fiesta loco con los amigos...

Tirar es desechar, deshacerme de lo que me dolió o no me dijo nada: una camiseta porque me hizo daño quien me la dio, un jersey entretejido con un momento que quiero olvidar o un regalo al que temo porque viene de alguien con mala suerte. Este verano, un curso de danza aérea se me enredó con el último verano de mi padre. Ese espacio de paz y luz guiado por el encanto y buen hacer de Sergio, lo revivía en casa cuando lo contaba para distraer a mi padre de una vejez que se iba volviendo irrefrenable.

Esta mañana a solas con la bici por la margen del río, disfrutaba de la ciudad que se despertaba despacio, sin resaca, después de un puente largo. Esquivé a un pescador, radio en ristre, que me lanzó una canción como una red. Voy a perder la cabeza por tu amor, si te quiero y quiero de esta forma loca que te estoy queriendo. Me ha martilleado en la cabeza mientras cambiaba el río por el mar. Yo no soy la ola que golpea la roca, soy de carne y hueso. Ha seguido conmigo de vuelta sin saber ya qué hacer con las quince capas de ropa que me sobraban en un día que levantaba frío y se tornaba caluroso. Y quizás mañana oigas de mi boca vaya usted con Dios… No me la he quitado de encima cuando la cadena de la bici ha petado y me ha obligado a volver andando varios kilómetros. Cuando yo creo que estás en mi poder… La he conservado hasta llegar a casa sudada, llena de grasa y con la determinación de dar por bueno el trastorno de la vuelta si con eso pagaba al universo el placer de la mañana feliz que me había entregado. Recuperado el equilibrio, estamos en paz. Tú te vas soltando, te vas escapando de mis propias manos…

He buscado en Google quién cantaba esa canción, me la sé entera. Algo debí de vivir con ella para que se enredara con tanta fuerza al resto de mi madeja.

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