Estoy perplejo ante la ristra de burradas machistas que han escrito unos estudiantes de magisterio de la Universidad de la Rioja. Tras el bochornoso espectáculo de Rubiales, esto ya es el colmo, ¡y son machotes que van a terminar educando a niños!

La enseñanza es mucho más que aprender conceptos de historia, matemáticas, biología o física; es formar a niños y adolescentes en competencias y habilidades para enfrentarse a la vida profesional y social. Y también es inculcar valores, para que nuestros jóvenes sepan comportarse en una sociedad democrática, con derechos y obligaciones; aprendan a respetar al diferente en ideas, condición sexual, raza o religión; y se involucren en mejorar la sociedad, el medio ambiente y la convivencia.

En una sociedad cada vez más polarizada, donde el debate de ideas ha sido desplazado por bulos, insultos y campañas de desprestigio contra los que piensan diferente, es más necesario que nunca que la escuela sea un ámbito de convivencia, que el alumnado aprenda a distinguir los bulos de los hechos reales, que comprendan que la ciencia es la base de nuestro conocimiento y del extraordinario desarrollo de la humanidad, y que la afirmación de un político no se puede tomar como una verdad absoluta, que hay que contrastarla y verificarla.

Lamentablemente estamos asistiendo a continuas campañas de descredito de la ciencia y de las evidencias: dirigentes políticos niegan el cambio climático y la violencia de género; el vicepresidente de un gobierno regional asegura ante alumnos de un instituto que el CO2 no contamina; el alcalde de Madrid y el presidente andaluz ponen en duda las predicciones de la Agencia Estatal de Meteorología; el presidente de un parlamento autonómico es antivacunas… A una mera declaración oportunista de un político se le da por una parte de la población más valor que a hechos demostrados científicamente.

Los que se oponen a que la escuela eduque en valores democráticos y constitucionales firman pactos de gobiernos en comunidades autónomas para incluir la caza y los toros en el sistema educativo; o defienden que la religión, única asignatura que realmente adoctrina en la escuela, compute en el currículum escolar. Medidas que sin duda mejoraría el nivel de nuestro alumnado en los informes PISA.