Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

Un beso, no hay mal que no cure ni sane tantas heridas en nuestro interior, no existe mejor antídoto a la tristeza y no hay sensación que se asemeje a la que sientes al estar recibiéndolo.

Y digo recibiéndolo, no dándolo, porque hace unos días recibí uno que para nada me dejó indiferente.

No era la primera vez que lo recibía, pero si fue la primera vez que lo entendía.

Tengo la suerte de al menos una vez en semana llevar a mi hija a la guardería y eso lo convierte en algo especial en el trascurso de mi semana.

Dadas las fechas, en el coche suenan villancicos y juntos íbamos cantando aquel de “arre borriquito” entre risas y miradas cómplices por el retrovisor.

Aparco y caminamos de la mano hacia la puerta de la guardería y es ahí donde viene ese momento que les quiero hoy describir.

Cómo una “personita” a la que aun le cuesta decir alguna palabra, es capaz con un beso, decir tanto.

Un beso de, vete tranquilo papa que aquí me lo paso de maravilla, un beso de, gracias por hacerme feliz, un beso para que te sientas importante en mi vida, un beso que hace que cualquier problema se convierta en algo insignificante porque te das cuenta que la “personita” que te da ese beso, la forma que tiene de dártelo y el motivo por el que te lo da, es lo más importante que tienes en tu vida.

Mañana viernes, ese beso se va de vacaciones, ese beso de despedida a la entrada de la guarde tiene su final en este 2019 que se acaba.

Ahora que estamos en las fechas navideñas, los besos son baratos y los damos casi sin darnos cuenta formando parte de ese guión de costumbres que mecánicamente realizamos y quizás por este motivo no le damos el valor que tienen.

Solo os pido que valoremos los besos de nuestros hij@s, yo lo acabo de descubrir, y no todos saben ni sientan igual ni se dan de la misma manera.

Tenemos en el cuerpo millones de terminaciones nerviosas para poder sentir lo que os describo.

El próximo siete de enero, al dejarlos en la guarde, cerrar los ojos y daros un beso de despedida.

Quizás, si desde pequeños comenzamos a conocer sus sentimientos así, podremos seguir siendo sus padres cuando ellos sean adultos.

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