Tras el Congreso de la Lengua gaditano, volví a mis estudios cervantinos. El Quijote me recuerda siempre la cantidad de palos, andanzas, manteos y pescozones que Quijano, Quijana o Quijada, sufre en la novela, a lo mejor eco de la pobreza con la que terminó su vida Cervantes y sus huesos perdidos sin adeene comprobable. Fue su muerte, presuntamente traída por una diabetes y murió sin que lo considerasen alguien realmente importante. Muchos lo veían como un hidalgo viejo y pobre, anticuado para su tiempo. Digno de olvido y nada más. Me lo imagino con el raído hábito de Franciscano, enterrado en aquel convento, en una fosa cuasi común. Y que además, hoy está, en la calle de su archienemigo Lope de Vega. Para más Inri.

Para mí, el lugar de la Mancha es Argamasilla de Alba. Allí creo los versos, los académicos, las sepulturas de los personajes. La botica con rebotica, los canales para convertirla en la Venecia de la Mancha. Sí la primera parte del Quijote, con el impulso del de Avellaneda, que obligó en la segunda parte a crear la verdadera "novela moderna", aparece la asignación: Al Alcalde, regidores e hidalgos de la noble villa de Argamesilla, patria feliz del hidalgo caballero Don Quixote de la Mancha. Dato nunca desmentido por Cervantes.

En una caja llena de pergaminos con letras góticas, aparecen esos documentos donde se da institución a la Academia del lugar y el singular Cervantes, crea los poemas epitáficos como un vejamen. “la literatura vejatoria, a pesar de la importancia y difusión que demuestra tanto en la literatura marginal de justas y universidades, como en la literatura más estudiada, véase el vejamen de Santa Teresa, la presencia de las academias y, por último, la importancia de los actos estudiantiles, debieron contribuir a su creación, todavía poco investigada, pero reconocidas por Cervantes.

Así nacen los epitafios de las tumbas de los personajes reconocidos por la Academia de Argamasilla. Hay quien afirma que realidad no existe el género-vejamen, tal como se habla de "género" en terminología diacrónica corriente, sino una forma que vive bajo la realidad metamórfica y movediza de los géneros del Siglo de Oro. El metamorfismo cervantino.

Eso da credibilidad a esa Academia de Argamasilla, el carácter jocoso para bajarles "los humos" a los intervinientes, pues el tono burlesco y las bromas a su costa. No obstante se ha señalado por cierta parte de la crítica, que había intenciones satíricas contra Lope de Vega, por el anagrama lucinda /Dulcinea. Investigando se aprende.

Hoy, elevo, ante el Alcalde, (actual) regidores e hidalgos, esta propuesta, que no es otra que se inscriba este poema en la hipotética y metafórica tumba de Miguel de Cervantes en Argamasilla. Tumba cierta por sus huesos indemostrables en Madrid. Así escribo el epitafio: Aquí yace Don Miguel/en su logar de la Mancha/en una tumba más ancha/siendo personaje él./Literatura es su piel/Inmortal y esta es su orilla/donde la luna más brilla/y el sentido común premia/ desde la misma Academia/ que creó en Argamasilla.

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