El regreso a sus orígenes despierta a la Fuerza
Crítica de Cine cine
STAR WARS EPISODIO VII: EL DESPERTAR DE LA FUERZA
Aventuras/Fantástica, EEUU, 2015, 135 min. Dirección: J. J. Abrams. Guión: Lawrence Kasdan, J. J. Abrams. Intérpretes: Harrison Ford, Carrie Fisher, Mark Hamill, John Boyega, Adam Driver, Oscar Isaac, Andy Serkis, Domhnall Gleeson, Max von Sydow, Anthony Daniels, Lupita Nyong'o. Fotografía: Daniel Mindel. Música: John Williams. Cines: El Centro, Bahía de Cádiz, Bahía Mar, San Fernando Plaza, Al Andalus, Las Salinas, Yelmo, Odeón.
¿En qué cine vio usted La guerra de las galaxias en 1977 y qué edad tenía? Porque entonces aún quedaban cines, aunque ya les mordían los multicines que después serían devorados por las multisalas de los centros comerciales. La primera noticia que nos llegó de ella, tras su estreno en Estados Unidos el 25 de mayo de 1977, fue su éxito sin precedentes: "Produce un millón de dólares diarios a cambio de dos horas de entretenimiento". En los 70 se vivía la euforia del descubrimiento de nuevos talentos y del regreso al gran cine capaz de dar prestigio y dinero, muchísimo dinero: si desde 1939 Lo que el viento se llevó se mantuvo como la película más taquillera hasta que fue destronada en 1965 por Sonrisas y lágrimas, siete años más tarde El Padrino destrozó su récord y a los tres años lo pulverizó Tiburón que, a su vez, fue superada dos años más tarde por La guerra de las galaxias. Emergía la generación de Coppola, Spielberg, Scorsese o Lucas.
A Andalucía La guerra de las galaxias llegó en las Navidades de 1977. Mi padre, Antonio Colón, entonces crítico cinematográfico de ABC, escribió: "Renovadora y clásica al mismo tiempo, se trata de una esas obras que marcan un hito, que son larga y cariñosamente recordadas". Acertó, como casi siempre. Ha sido larga y cariñosamente recordada, no solo por quienes vivieron su estreno y los de los siguientes episodios de 1980 (El Imperio contraataca) y 1983 (El retorno del Jedi), sino por quienes las fueron descubriendo a través del vídeo que permitió la formación de nuevas generaciones de galácticos. Cuando en 1999 se estrenó la floja La amenaza fantasma, primera parte de la precuela que forma la segunda trilogía, los 16 años transcurridos eran un territorio poblado por millones de espectadores que habían mantenido encendida la llama -o las espadas láser- gracias a los vídeos. Las igualmente flojas -pero de gran éxito- El ataque de los clones (2002) y La venganza de los Sith (2005) mantuvieron la saga viva en el siglo XXI mientras la totalidad de la serie revivía en los DVD, Blu-Ray, pases televisivos y plasmas hasta que, 38 años después de la primera entrega, llega El despertar de la Fuerza.
La saga ha dado tanto dinero, generado tantas imitaciones, contribuido tan decisivamente a la refundación de la ciencia ficción juguetona que se creía superada por la adulta de 2001: una odisea del espacio (1968) o Solaris (1972) y hecho feliz a tanta gente que, más que una serie de películas, es un fenómeno social. La crítica tiene tan pocas posibilidades frente a ella como los oceanógrafos frente los tsunamis. Medir su intensidad, contextualizarla entre los fenómenos cinematográficos y poco más. Aunque en este caso sí hay algo que decir: George Lucas es tan gran inventor de historias, personajes y mundos como pésimo director. American Graffiti (1973) y La guerra de las galaxias (1977) le salieron bien. Después, prudentemente, se retiró de la dirección confiándole El Imperio contraataca a Irvin Kershner y El retorno del Jedi a Richard Marquand. Hizo bien. Desafortunadamente volvió a la dirección con la segunda trilogía, que me parece desastrosa. Ahora, tras la venta de Lucasfilm a Disney , la dirección ha recaído en el todoterreno J. J. Abrams (Misión imposible III, Star Trek: En la oscuridad, Perdidos).
El resultado es un feliz retorno a la primera trilogía (episodios IV, V y VI) con la que establece una continuidad natural (El despertar de la Fuerza es el VII) simbolizada por la recuperación del sesentón Lawrence Kasdan, guionista que fue de El Imperio contraataca y El retorno del Jedi. Se vuelve al espíritu a la vez ligero, épico y juguetón con todos los géneros populares clásicos. Habrá a quien le parezca repetitiva. Creo que se equivoca. Esta primera entrega de la tercera trilogía es un regreso al futuro, una vuelta a los 70 del siglo XX que dará nuevas fuerzas a la saga para conquistar el XXI. El título no miente: la Fuerza despierta.
La reaparición de Han Solo hasta emociona. La recuperación casi integral de la iconografía de la serie gratifica. Visualmente es asombrosa. Los aspectos más western se recuperan. La rijosa tersura digital (que tan horrorosa hace a la trilogía de Lucas) se supedita a las hermosas rugosidades de lo artesanal. La fastuosa música de Williams, convertida en un clásico capaz de identificar al propio cine, la redondea como space opera.
Este juguete le devuelve al cine sus dos más sólidas realidades como negocio (Lumière) y espectáculo mágico (Méliès). Y recupera el núcleo del que nació la saga: ese placer del reconocimiento de lo clásico vestido por las nuevas tecnologías o los nuevos modos de narrar que está en el origen de las obras de Allen, Coppola, Scorsese, Lucas o Spielberg.
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