La gran novela sobre la guerra civil en el campo andaluz
Reseña literaria
Ramón Pérez Montero novela los Sucesos de Casas Viejas
"Una vieja historia con nueva luz"
Entrevista por el libro 'Eras la noche'
Los sucesos ocurridos en Casas Viejas los días 10, 11 y 12 de enero de 1933 aparecen en nuestro imaginario con un dramatismo y una aureola trágica y fatal que a nadie escapa. Cualquier relato de aquellos hechos resultaría a priori interesante de por sí a lectores de hoy. Lo que sorprende en Tres días del 33, la novela de Ramón Pérez Montero recientemente aparecida en Libros de la Herida, es la originalidad literaria y el fulgor artístico con que son expuestos, que esquiva, de la primera a la última página, todo parecido con lo previsible.
Ficha
Tres días del 33.
Ramón Pérez Montero.
Libros de la Herida.
Sevilla, 2022.
Esta originalidad radica ante todo en la estructura de la novela. Lejos de un relato lineal, esta está constituida por una concatenación de breves secciones narrativas, habitualmente de entre dos y cuatro páginas de extensión; en cada una de ellas se sustancia un momento -a veces un instante- no solo de lo acontecido en aquellos tres días de furia, sino de la historia precedente y posterior de aquel lugar del mundo, y de sus protagonistas; se sitúan en una infinidad de planos cronológicos, que desfilan entrecruzadamente en el relato y que conforman un mosaico a partir del cual el lector va construyendo progresivamente su propia visión de la verdad: el asentamiento de los primeros seres humanos en el territorio de la laguna de la Janda, la privatización de las tierras comunales a mediados del siglo XIX y la consiguiente reducción de los campesinos a jornaleros a sueldo, la Mano Negra, la creciente germinación del ideal anarquista entre los trabajadores sin tierra, el advenimiento de la Segunda República con su promesa de reforma agraria, la decepción, la represión creciente bajo el gobierno cedista de los años 34 y 35, la eclosión sin freno de la muerte en el 36, el maquis, la llegada a Benalup a partir de 1950 de los buscadores de la verdad, los recuerdos de los supervivientes ya en la etapa democrática, etc. etc.
Entre las secciones narrativas son abundantes las que se centran en el paisaje ancestral de Casas Viejas, en los momentos primigenios de su fundación, en los linajes que participaron en ella, en las dinámicas históricas que dieron lugar a una sociedad dividida trágicamente entre una mayoría de braceros condenados al hambre y la humillación, y una minoría de terratenientes que siente a aquellos como una amenaza. El tono a veces es neblinoso y atávico, de suerte que el lector tiene la sensación de asistir a un Macondo más cercano y reconocible, pero igualmente mágico e insondable. A ello contribuye el profundo conocimiento del que hace gala el autor del espacio -de su paisaje, de su etnografía, de su lenguaje-, que aporta a la novela verdad y, con ella, universalidad (como bien dijo García Lorca, lo universal es lo local). Por lo demás hay que destacar la naturaleza serena y ajena a todo maniqueísmo de la narración: en ella nos encontramos con todos los tipos de personajes de aquel mundo: terratenientes, curas, guardias civiles, represores psicópatas, braceros refractarios a las ideas, sindicalistas juiciosos, jóvenes activistas inflamados. De cada uno de ellos brota su sentir, su óptica, su verdad.
Como logró Clarín con La Regenta en lo relacionado con el siglo XIX, en Tres días del 33 Ramón Pérez Montero consigue retratar conjuntamente, con admirable fidelidad a la verdad histórica, a la práctica totalidad de actores que conforman un espacio y un tiempo. Además, lo hace con un talento narrativo y una empatía tales que, por momentos, el lector encuentra en el relato esa obra que tiene pendiente nuestra literatura: la gran novela sobre la guerra civil en el campo andaluz.
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