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Homenaje en el Gran Teatro Falla

El flamenco rinde honores a Juan Villar

  • Cerca de medio centenar de artistas se reunirán en el Teatro Falla el próximo 13 de noviembre para celebrar los 50 años de trayectoria del señero cantaor

Luisa Villar, Juan Villar, la concejala Lola Cazalilla y Lydia Cabello, en la presentación del homenaje al cantaor.

Luisa Villar, Juan Villar, la concejala Lola Cazalilla y Lydia Cabello, en la presentación del homenaje al cantaor. / Jesús Marín

“¿El cante? El cante es la vida, yo sin cante no puedo vivir”. Visiblemente emocionado, contento y “muy agradecido”, el cantaor Juan Villar (Cádiz, 1947), patriarca de su propia saga de artistas, eslabón destacado de la legendaria familia de los Jineto y, sin duda alguna, puntal de los cantes de Cádiz, celebrará sus 50 años de trayectoria profesional recogiendo el cariño y el respeto que ha ido sembrando entre compañeros de profesión de diferentes generaciones. Y es que el mundo del flamenco ha querido rendir honores a esta Leyenda del Flamenco con una gala en la que participa cerca de medio centenar de artistas.

Un “más que merecido homenaje”, como acierta Lola Cazalilla, sobre la cita que la concejala de Cultura quiso presentar en el Centro Flamenco de la Merced junto al propio artista, su hija, Luisa Villar y la bailaora Lydia Cabello, que han impulsado el evento que tendrá lugar el próximo 13 de noviembre en el Gran Teatro Falla.Una gala “que comenzará a las siete de la tarde” y se alargará “hasta las once de la noche”, adelanta la edil que asegura que las entradas se pondrán “muy pronto a la venta” y “seguro que vuelan”.

Así, 50 años junto a Juan Villar, tal y como los organizadores rotulan la cita, cuenta con el cante de Alonso Núñez Rancapino, Rancapino Chico, Ana Rancapino, Caracolillo de Cádiz, Carmen de la Jara, Curro Albaicín, David Palomar, Familia Jero, Felipe Scapachini, Herminia Borja, Jaime El Parrón, Javier Flores El indio, Juan de la María, Macarena Reyes, Manoli de Gertrudis, Manuel de Angustias, Mari Peña, Marina Heredia, May Fernández, Miguel El Lavi, Miguel El Picuo, Pansequito, Raúl Gálvez y Samuel Serrano; las guitarras de Antonio Higuero, Joaquín Linera Niño de la Leo, Luis Amador, Manuel Jero, Miguel Salado, Niño Jero, Paco Cepero y Riki Rivera; la participación de otros músicos como David Gavira y Diego Magallanes; y con el baile de Choro Molina, Juan José Villar, La Farruca, Lydia Cabello, Patricia Valdés, Pepe Torres y Rosario Toledo; además de, por supuesto, buena parte de la saga de los Villar, desde los hijos a los nietos: Amadora Villar, Antonio Villar, Juan José Villar, Juan Villar Junior, Luisa Villar, Pilar Villar y Zamara Villar.

“Como comprenderán hemos tenido bastantes problemas para confeccionar el cartel porque ha sido difícil encajar tantos nombres”, compartía con los medios la concejala la anécdota que se podría haber vuelto en gesta imposible “si hubiéramos contado y llamado a todos los artistas que querían participar, porque 50 años dan para mucho y más si hablamos de una persona tan querida como Juan, hubiéramos estado en el Falla 3 días”, avisaba Lydia Cabello, “colaboradora” en la organización de esta gran reunión de artistas que, según revelaba Luisa Villar, fue iniciativa de su hermano pequeño, Jesús Villar.

“Es que nosotros pensamos que los homenajes hay que hacerlos en vida, no en muerte. Que la persona homenajeada lo pueda ver y lo disfrute”, apuesta Luisa, a lo que suma Lydia: “Y, además, afortunadamente, nosotros tenemos a Juan en uno de sus mejores momentos, con toda la capacidad y activo, haciendo festivales y recitales”.

Porque, “eso seguro”, dice el protagonista del homenaje, a Juan Villar se le podrá escuchar cantar en su gran noche. “Hombre, claro, yo no me podré ir de allí sin cantar, sin hacer algo, aunque sé que me va a costar porque va a ser una noche muy especial y seguro que estaré emocionado pero, claro, seguro”, promete, mientras que su hija azuza, “va a cantar y una buena sorpresa que va a dar...”

“Son 50 años de cante, que no sólo de cante, sino 50 años de historia de mi vida porque mi vida ha sido eso, el cante, y todas las fases de hacerse un cantaor. Porque yo he pasado por todos los escalones que hay que subir para ser cantaor, primero, cantando para bailar, después cantándole a las figuras, a todos los mejores le he cantado yo, y después ya dando el paso a cantar solo y viajar solo, y siempre desde la humildad, que yo creo que es lo bonito”, resume Juan Villar que recomienda a “los chavales de hoy” que se quieran iniciar en el flamenco “que estudien esto” entendiendo que “el flamenquito es lo que da dinero” pero que “es más importante primero aprender las fuentes, de dónde viene esto nuestro para que no se pierda”, dice destacando la labor “de chavales de aquí que están cantando por derecho” como “Samuel Serrano, Rancapino Chico o Caracolillo, entre otros”.

El suyo, desde luego, ha sido un camino donde la pureza no ha estado reñida ni con la personalidad ni con la capacidad de abrir el flamenco con mayúsculas a un público lego, y que hunde sus raíces a una muy temprana edad, la de 7 u 8 años cuando su tío Curro lo lleva a él y a su prima Manoli de Gertrudis al grupo Los Chavalillos de Cádiz . Un poco más adelante, con unos 12 años, comienza a cantar en fiestas y en el Balneario de la Palma (“que entonces Caracol de Cádiz llevaba espectáculos y me llamaba siempre a mí, al tío Pablo, al tío Jineto, al Niño de los Rizos, a la mujer del Silva...”) para, después de la mili, entrar de artista en el Tablao de Cádiz y, de ahí, “me fui a Madrid a probar mi suerte...”, como relataba en una entrevista en este periódico.

Entre el Villa Rosa de Madrid (con las hermanas Clotis, el guitarrista José María Pardo y Amina, hija del guitarrista Juan el Ciego que es quien lo introduce en este local) y el tablao El Cordobés de Barcelona estuvo Juan tres años antes de explotar ya en Canasteros con Manuela Carrasco, el Güito, Faiquillo, Farruco, La Tati..., y en Torre Bermeja con Camarón y Panseco. ¡Hemos dicho poco!

Eso sí, fue en el Villa Rosa, una noche que lo escuchó Ramón de Algeciras, donde se fraguó su siguiente salto, el salto alante, con la proposición de un disco. Con Cuchillos y espada, el segundo, y los buenos tiempos de los festivales de los 70 y principios de los 80, llegó el gran momento de Juan Villar, que sigue activo a día de hoy.

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