UNIVERSIDAD DE CÁDIZ

Excelencia y reivindicación

  • Rosa Menéndez López, presidenta del CSIC, inaugura los 70 Cursos de Verano en el último acto académico como rector de González Mazo

La presidenta del CSIC, Rosa Menéndez López, entre Eduardo González Mazo y Teresa García Valderrama

La presidenta del CSIC, Rosa Menéndez López, entre Eduardo González Mazo y Teresa García Valderrama / JESÚS MARÍN

“Cádiz como ciudad es una delicia. Acogedora, entrañable y con unas temperaturas que en nada tienen que ver con Madrid”, comentó ayer Rosa Menéndez López nada más abrirse el micrófono durante su conferencia El desafío de una carrera científica.

Unas elogiosas palabras para la ciudad y un tanto a favor de la visibilidad de la mujer científica representada en la figura de una de sus máximas exponentes a nivel estatal que se ha marcado la Universidad de Cádiz al elegirla como conferenciante inaugural de sus 70 Cursos de Verano.

Menéndez López ha viajado desde el despacho de presidencia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) hasta el Colegio Mayor de la UCA para dar el pistoletazo de salida a las actividades programas hasta el próximo 13 de julio.

El acto, además, sirvió como despedida oficial de su cargo para el rector en funciones Eduardo González Mazo. Fue su último acto académico y en él reivindicó el importante papel de los Cursos de Verano. “Hoy volvemos a este lugar donde todo comenzó hace 70 años, antes que la propia universidad. Estos cursos son la insignia de las actividades que desarrolla la UCA como parte de la agenda formativa de esta ciudad”. González Mazo y Menéndez López estuvieron también acompañados en la mesa por Demetrio Quirós, primer teniente de alcalde del Ayuntamiento de Cádiz, y Teresa García Valderrama, vicerrectora en funciones de Responsabilidad Social, Extensión Cultural y Servicios.

Un recorrido por la labor fundamental para el desarrollo y divulgación de la ciencia y la tecnología que realiza el CSIC y la visibilidad de la mujer científica fueron algunos de los ejes sobre los que pivotó la intervención de la que también fuera directora del Instituto Nacional del Carbón (INCAR), entre otras muchas responsabilidades que ha asumido esta asturiana de brillante trayectoria y que aterrizó en el mundo de la química como “una vocación circunstancial, yo pensaba dedicarme a la docencia pero esto me enganchó”, explicó.

En el acto, afirmó “no haberse sentido nunca discriminada por ser mujer en su ámbito profesional. En el CSIC hay sitio para todos, hay un cincuenta por ciento de mujeres y el número de directoras en los distintos centros que tenemos en España está aumentando. En los órganos directivos hay diez mujeres frente a seis hombres. Hemos creado una Comisión de Mujeres y Ciencia, una Comisión de Igualdad y el Distintivo de Igualdad. Elegí a mi equipo no por igualdad forzada, sino por lo que me aportaban”.

La directora del CSIC, por otro lado, reconoció que “las mayores dificultades” siguen estando en “la conciliación familiar” y en cierta “educación” que aún relega a las mujeres a papeles inferiores. “A mí ser madre no me ha condicionado. A veces dejas a los hijos y te sientes culpable. Hay que superarlo. Los hijos deben equivocarse y rectificar. Nadie es tan imprescindible”.

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