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Ricardo Iniesta | Dramaturgo y director de Atalaya

Ricardo Iniesta: “Esta ‘Elektra’ es más compleja que la primera porque el mundo es más complejo”

Ricardo Iniesta, director de Atalaya, en julio de este año en el Festival de Teatro de Almagro.

Ricardo Iniesta, director de Atalaya, en julio de este año en el Festival de Teatro de Almagro. / Jorge Monroy/EFe

Atalaya regresa al Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz (FIT) ocho años después de su última participación. Este grupo con cuatro décadas de vida representará esta noche en el Teatro Falla, a las 20.30 horas, la obra ‘Elektra.25’, el montaje con el que en 2020 celebraron la primera puesta en escena de esta pieza basada en la obra de Sófocles y que en esta versión se anuncia muy renovada. Su director, Ricardo Iniesta, apunta cuáles son las claves de este montaje.

–¿Qué supone regresar al FIT; Atalaya no viene desde 2015?

–Hace años, sí. El FIT siempre ha sido un punto de referencia nuestra. De hecho, son más de diez veces las que hemos estado y por tanto haremos entrega de una Torre de Tatlin, nuestro galardón, a la directora actual. Es un galardón que vamos entregando en cada sitio donde hemos representado diez espectáculos. El FIT es un referente para nosotros y teníamos ganas de volver. Creo que había espectáculos que se podían haber hecho pero, por unas circunstancias o por otras, no hemos entrado. Así que contentos con estar de nuevo.

–Vuelven con ‘Elektra.25’, hecha para celebrar el cuarto de siglo de su estreno. ¿Es distinta esta versión o es el mismo montaje?

–No, para nada; nada que ver. Queda como una tercera parte de lo que es la escenografía, que está más presente aunque han cambiado algunos elementos. Por ejemplo, la coreografía, los coros, gran parte del texto, el vestuario...; todo eso es nuevo. Queda sobre todo la escenografía, aunque con alguna variante. Y la dramaturgia, por supuesto, también es diferente. Hay incluso también un salto cualitativo en cuanto a la visión de la propia tragedia de ‘Elektra’. Aquella era como más básica y como más maniquea y aquí es más compleja porque el mundo también se va haciendo más complejo, aunque el leitmotiv de aquel momento y el de ahora sigue siendo el mismo: la venganza. Me acuerdo que en aquel momento estaba el tema de los GAL como venganza y ahora mismo es el genocidio que está produciendo Israel.

–¿Por qué ha cambiado el texto?

–Porque se va haciendo más compleja la realidad actual, se van perdiendo algunos puntos de esperanza que había a finales del siglo pasado, y ahora estamos muy metidos en este siglo y hay diferentes perspectivas. Cuando nosotros presentamos esto, ni habían sucedido las Torres Gemelas ni siquiera la revolución bolivariana; y tampoco en el otro lado había este movimiento de extrema derecha que está haciendo peligrosa la vida en muchos países. Son muchos los episodios que han acontecido en el mundo y en nuestras vidas, en las del grupo, y seguimos creciendo.

–¿Y cómo ha evolucionado Atalaya con el elenco de actores?

–Hoy (el día de la entrevista) casualmente celebramos en TNT, nuestro centro, un evento por los 40 años de Atalaya. Y van a estar actores de diferentes generaciones incluyendo los jóvenes, e incluyendo a la gente que ahora vive en Canarias, Baleares, en Barcelona, en Madrid... Y vamos a hacer un reencuentro. Pero ahora mismo hay un equipo base de quince actores que están en la mayor parte de los espectáculos. Y dentro de ese equipo base hay cinco personas que están en todos los espectáculos, y de los otros diez hay cinco muy antiguos, que llevan muchos años trabajando con nosotros , y otros cinco de los más jóvenes.

El secreto de que Atalaya esté donde esté es que se van sucediendo generaciones pero se mantienen las anteriores. Van entrando y con una idea de grupo. Nosotros no somos una compañía, somos un grupo, que es muy diferente a la idea de compañía, que es como una empresa que va contratando personas. Somos un grupo con una idea muy colectivista, todo el mundo cobra prácticamente igual. Yo tomo mis decisiones, lógicamente como director, pero la creación proviene de todo el mundo.

–En Almagro cumplieron 2.500 funciones de ‘Elektra’. ¿Esta obra es especial para la compañía, fue el culmen de algo para Atalaya?

–No. ‘Elektra’ sí es un espectáculo especial pero como son muchos otros los especiales. Creo que en Atalaya no hay espectáculos que sean especialmente determinantes, son fases de crecimiento. ‘Elektra’ supone un momento, en el año 1996, en el que se retoma la idea de un equipo estable, y lo que sí coincide es con la apertura del centro TNT, pero sólo coincide. Fue un año especial como lo fue 2008 con el Premio Nacional.

–¿Hasta qué punto podría entenderse Atalaya sin Andalucía?

–¿Atalaya sin Andalucía? Bueno, no sé si ahora mismo no es una prisión Andalucía para nosotros, en el sentido de que de la Junta de Andalucía recibimos muchísima menos ayuda que del Ministerio de Cultura. Nosotros nos mantenemos por el Ministerio sobre todo; del Ayuntamiento de Sevilla es el terreno que nos han cedido de la TNT y poco más lo que nos da. Y la Junta nos va bajando la ayuda. Yo diría que sin Andalucía a lo mejor estábamos hasta mejor (ríe). De Andalucía son mis raíces, pero hay muchos actores que no son de Andalucía. Es el lugar en el que estamos, donde nos hemos plantado, pero si tuviéramos que quitar la tienda de campaña e irnos a otro lado, nos íbamos. Con la política cultural que hay ahora por parte de la Junta, que es un desastre...

–El FIT va camino de los 40 años. Es evidente que no es el único festival, y que hay otros en Andalucía, pero siempre se dice que el FIT tiene algo distinto, incluso con sus evoluciones.

–Claro, el FIT ha cambiado. Antes era un lugar muy bonito, de encuentro de los grupos de Latinoamérica, de España; había foros, encuentros, y esto se ha ido perdiendo con el tiempo. Ahora, quizás, ha cogido una línea más contemporánea, que está muy bien, pero creo que antes que estábamos conviviendo en la residencia del Tiempo Libre... Eso era muy bonito. Creo que lo ideal sería aunar la idea estética, con una apuesta por lo contemporáneo como está haciendo la dirección actual, pero sin abandonar lo que era ese día ese encuentro con el teatro latinoamericano.

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