Deliciosa anarquía

El Kanka invita al goce colectivo en la primera de las últimas noches del Concert Music Festival

El Kanka con su banda en el Escenario Lounge Sancti Petri del Concert Music Festival. / Nacho Frade
Julio Sampalo

Chiclana, 24 de agosto 2018 - 06:45

En estos tiempos de indignación gratuita, discursos políticamente correctos y desconfianza generalizada, parece inaudito juntar a 2.000 personas, piel con piel y suponemos que con ninguna vinculación más allá de compartir el mismo espacio, con el simple y necesario objetivo de pasarlo muy bien. El universo musical de El Kanka, lo más cercano al buen rollo hecho melodías, lo logra sin apenas esfuerzo, desde la sencillez de contar lo más íntimo con una lírica al alcance de todos, sin dejar de estar magistralmente elaborada, sin perder matiz poético, rindiéndole cuentas solo al arte.

Es una deliciosa anarquía comprobar cómo el baile se apodera del ambiente, las estrofas pululan sin dueño de boca en boca y las bocas se juntan en cualquier rincón, imitando a compás la intensidad que se vive en el escenario. Un revoltijo de estampas humanas marcadas por la forma más desnuda de enfrentarse al producto de la creación, gozando colectivamente, y orquestadas con ordenado desorden por el cantautor malagueño, encargado de inaugurar la recta final del Concert Music Festival, tras dos meses de propuestas de peso e intensidad.

La amalgama hecha espectáculo que trae El Kanka y su banda de cuatro músicos no escatima en estilos, humor ni paleta de sentimientos. Hay de todo y para todos. Lo mismo ejecuta un rap con Me alegra la vista como oda a los cinco sentidos y "por la gloria de Espronceda", que invita a Volar con la cadencia de un vals y de los coros que sus seguidores imprimen a cada una de las composiciones que conforman la trayectoria del artista, cuatro álbumes de estudio hasta la fecha que lo han situado como uno de los nombres más aplaudidos en cada cartel que se precie incluirlo.

En el de Sancti Petri se coronó con un concierto muy enérgico la mayor parte de la hora y media de duración, aunque también con momentos para la intimidad más descarnada. Así, le cantó al riesgo de despertar el querer en Quién me mandaba a mí y contó sus razones de artista para cambiar el mundo en Para eso canto. El Kanka abandera la confesión como reducto de los que poco tienen que perder y hace que la música recobre el sentido de la redención que invita nuevamente a la lucha. Pura anarquía sonora.

En el propósito de seguir jugando a ser auténtico, el malagueño tira de la cuerda del instinto más humano posible en un mundo plagado de limitaciones: la libertad. "Tenemos que permitirnos hacer lo que queremos de verdad" exclamaba El Kanka, desde las vísceras y mucho más abajo, antes de entonar No jodan la marrana, su particular manifiesto anarquista frente a los guardianes de las buenas costumbres. En este atracón de canciones veraniego que supone Concert Music Festival El Kanka se declaró, además, A dieta de dietas buscando saciar los ánimos del respetable e invitando a vivir el momento presente, el que se escapa y no vuelve más, con Tienes que saltar.

"¡Te como la cara!", le soltaron al cantante y compositor desde las primeras filas. "Pues te vas a hinchar", respondía con sorna alentando las pasiones, con Demasiada pasión, tanta que llevó a su guitarrista Álvaro Ruiz a ponerse flamenco para delicia de la colectividad . "¡No le animéis!", reprochaba chistoso El Manin -percusión y beatbox-, la otra mitad de El Kanka, "mi marío desde hace doce años", le presentó divertido ante el público. Ni caso, el espacio Lounge del festival vivía ya inmerso en la anarquía y no dudaba en vitorear ese libérrimo amago de salirse de la norma: "¡Alvarito, Alvarito!", gritaban encantados. José Benítez a la batería y Pedro Campos al bajo terminaron de conformar esa banda de músicos sin ley pero con enorme solvencia que acompañan a El Kanka en esta gira.

Alcanzado el clímax del concierto, el artista propuso realizar un "estereorgánico" y, en dos mitades que se fusionaron en un único propósito, animó a cantar a los asistentes al ritmo de Vengas cuando vengas al tiempo que observaba entusiasmado el exitoso resultado de su experimento. "Bravísimo", remató. Algo después y desde la base ska de Lo mal que estoy y lo poco que me quejo hasta la combativa A desobedecer, que hizo retumbar el piso, la noche empezó a ponerse tonta al calor del discurso a corazón abierto de El Kanka. Sin censuras y con rumba para despedir "entre comillas" el encuentro, el cantautor se confesó: "Llamadme extravagante pero hay que follar. La vida siempre se ve más bonita después de un orgasmo. Eso sí, consentido por las dos partes", aseguraba haciendo un guiño a la lucha feminista en esa pieza sonora hecha deseo carnal llamada Después de esta mañana.

Fue aquel un polvazo musical de categoría con el que El Kanka empezó a despedir una cita ya en llamas. El público, completamente adepto a la anarquía de los instintos, celebró al unísono los últimos temas: Me gusta, Instrucciones para bailar un vals, Canela en rama y una concesión carnavalera en pleno agosto dedicada a esta tierra, el "chupito del final", y titulada Desde lejos, que el músico ha grabado con la comparsa de Antonio Martínez Ares y con la que quiso, en un anárquico brindis, despedirse hasta la próxima de aquí, que será no hasta muy tarde si echamos un vistazo a su agenda de compromisos. De momento y hasta entonces, Cádiz se vuelve un espacio más anárquico aún al ritmo de El Kanka, delicioso y necesario.

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