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sociopolítica

¿De quién es el voto de los perdedores de la globalización?

  • La pandemia ha subrayado el desencanto con la “nueva política”, cada vez más minimizada

  • Los “problemas reales” piden protagonismo, sobre todo, en las zonas más desfavorecidas

Un trabajador de Airbus, con el Segundo Puente a sus espaldas, tras una de las movilizaciones contra el cierre de la planta en Puerto Real.

Un trabajador de Airbus, con el Segundo Puente a sus espaldas, tras una de las movilizaciones contra el cierre de la planta en Puerto Real. / Julio González

Como a la Inquisición Española, nadie esperaba a los perdedores de la globalización. Su existencia –y movilización– fue una de las razones que se esgrimieron, una vez pasó el toro, cuando Trump alcanzó la Casa Blanca. Había otros factores que consolaban el pasmo, desde luego: dominio mediático, fábricas de bots, tácticas de microblogging. Whatever. Los perdedores de la globalización, decían, y uno recurría mentalmente a los paletos de los Simpson, a caravanas donde se cocinan delicias de caimán, surrealismo por surrealismo, medida por medida.

Llegó la pandemia. Fue un buen choque de realidad comprobar que no teníamos respiradores, ni mascarillas. Que nuestro principal modo de vida –el turismo– se volvía, de repente, inviable. Que acabamos de vivir –justo ahora, año y medio después –, un repunte “histórico” del paro: soportado, desde luego, por los contratos precarios del verano. Que salud y educación públicas siguen sujetos con palillos, incluso minimizados, tras tantos aplausos. Airbus se va, o amenaza con. Amazon viene.

Vaya, los paletos de los Simpson. Quizá resulta que los perdedores de la globalización éramos también nosotros. “En la provincia de Cádiz, digamos que la globalización le ha venido bien a los residentes de Sotogrande, y mal a los de Cádiz ciudad, por poner dos ejemplos –comenta al respecto Rafael Rodríguez Prieto, profesor titular del área de Filosofía del Derecho en la UPO de Sevilla–. Si al capitalismo le quitas unas reglas mínimas para limitar sus efectos, lo que tienes es más desigualdad: la gente se harta y vota lo primero que ve, porque se piensa que los partidos tradicionales los están embaucando. Y ahí surge el populismo, Trump o lo que sea”.

La abstención en las últimas elecciones andaluzas fue del 56 %. Los últimos sondeos señalan que el PP se reforzaría mientras que la izquierda del arco, se resentiría. Vox mantendría o superaría representación y Ciudadanos se desinflaría. Desencanto gatopardiano.

Para José Ignacio García, diputado por Cádiz de Adelante Andalucía en el Parlamento autonómico, el desencanto es el principal elemento a tener en cuenta ahora mismo en las tendencias políticas: “Hemos pasado de unos años de ilusión, con el 15M, las movilizaciones, las mareas.. a una segunda fase de plasmación política con candidaturas municipales bajo el lema de ‘Sí se puede’. Pues no, no se ha podido. Es normal el desencanto –continúa–, pero me parece algo muy peligroso”.

Marc Luque: "La gente no reconoce qué es la izquierda. En esto ha quedado el fin de las ideologías"

Javier Moreno, responsable del Área Ideológica del PCE, recuerda el concepto inglés de “izquierda lunática” (looney left) para describir (y desprestigiar) las premisas laboristas: “Muchos maximalismos se muestran estériles aplicados la realidad –comenta–, cuando tienes que discutir con Airbus o cuando tienes que gobernar en minoría. Pero, aun así, creo que el gobierno central hace lo que puede con los números que tiene, y que ha puesto en marcha medidas tan importantes como los ERTEs”.

Tanto para el diputado de Adelante Andalucía como para Marc Luque, de la plataforma de izquierda El Jacobino, la situación actual es sin embargo la “demostración de que se ha perdido la batalla contra el capitalismo financiero”. Una lucha en la que los partidos progresistas han apostado por las “guerras culturales” y el “desarrollo de derechos civiles, a los que nadie resta importancia, como punto central. Pero eso le ha puesto una alfombra roja al capital internacional y a los fondos buitre –afirma Luque–. La gente no reconoce qué es la izquierda, en esto ha resultado el mensaje del fin de las ideologías, pero la actual orfandad política no se ha dado de un día para otro, viene de la privatización de sectores estratégicos llevada a cabo por el PSOE en los 80, de las Reformas Laborales del PP o de medidas como la actual subida de la luz, que hacen pensar que se claudica ante Bruselas o los intereses económicos”.

Ante la falta de izquierda, señala Marc Luque, "el mensaje que en los últimos tiempos ha ido lanzando Vox puede hacer que el obrero medio pueda entender que defiende sus intereses”. Desde hace un par de años, la formación verde ha ido haciendo campaña en barrios populares;y ha puesto en marcha un sindicato independiente, Solidaridad. Hace poco, Santiago Abascal subía al estrado con Feria, el famoso libro de Ana Iris Simón: “Me parece interesante que Abascal lea Feria porque le iría bien para subsanar ciertos planteamientos que representan –continúa–. Feria viene a decir algo tan simple como que no se puede proseguir con políticas que impiden la voluntad de reproducción pero, realmente, lo que plantea es cómo hemos llegado al punto en que sea una entelequia desarrollar un plan de vida digno, sea el que sea; un mundo en el que nos mantenemos en equilibrio con pequeños placeres que no son más que un asidero para poder aceptar los sueldos precarios y la vivienda de 50 metros cuadrados. Sostener algo así no es reaccionario. No es cuestión de defender España como quintaesencia, sino como un proyecto común de transformación social”.

Javier Moreno: "Queremos formar ingenieros y nuestro sistema productivo es de sector servicios”

“Ana Iris Simón no viene más que a plasmar lo que ya se decía hace tiempo en el Informe Petras: que esta generación iba a vivir peor –añade Javier Moreno–. Y, en efecto, estamos en una precarización absoluta del acceso al mercado laboral y de sus condiciones. Queremos formar ingenieros y nuestro sistema productivo es de sector servicios”.

Carlos Zambrano, diputado de Vox por Cádiz, asegura que no existe ninguna estrategia desde el partido en este sentido, sino que simplemente se llevan a cabo “propuestas que creemos que vienen a solucionar y dar respuesta a los problemas reales de los españoles, pero no porque estemos orientando nuestras políticas a un colectivo en concreto para recoger votos, sino que es una cuestión lógica de preocuparnos y atender los problemas reales. No es estrategia electoralista –recalca–, es más bien sentido común, atender a lo que escuchamos y vemos y presentar propuestas encaminadas a buscar soluciones, no hay más”.

Para Rafael Rodríguez Prieto, Vox es un partido de carácter “liberal conservador” pero que atrae a mucha gente “que jamás votaría a un grupo con ese corazón económico”. En este sentido, sería diferente al Frente Nacional francés, “proteccionista, neofascista y populista”: “Vox recoge los desplantes del gobierno central, en un clima en el que la socialdemocracia no levanta cabeza desde que se le ocurrió aquello de la tercera vía. Mientras, Podemos está en franca decadencia desde que asumió un programa no social y vinculado con las tesis nacionalistas”.

“Yo creo que Vox es una formación de extrema derecha más cercana a Hungría que a Francia –reflexiona, desde el PCE, Javier Moreno–. El suyo no es un discurso sociolaboral, de nacionalización de la economía. Vox no quiere un Estado fuerte, quiere un Estado represivo fuerte, pero un Estado pobre, porque son neoliberales. Para mí, que hayan puesto en marcha el sindicato Solidaridad no es más que un intento de reventar las organizaciones de trabajadores, como ocurrió en la República de Weimar o con Mussolini, un intento de conectar con cuestiones de perdedores de la globalización”.

Carlos Zambrano (Vox): "No hay una estrategia, sólo prestamos atención a los problemas de los españoles"

Según José Ignacio García, el partido de Abascal tiene dos almas “una hegemónica, puramente neoliberal, con corte nacional-católico y racista. Y la otra, en la que desarrolla un mensaje de lepenización política, proteccionista hacia los trabajadores nacidos aquí. Pero, en mi opinión, el Vox de ahora no va a girar porque tiene una orientación económica muy determinada: fíjate en la votación de convalidación de los Fondos Europeos, el PP se negó a apoyarlos y Vox, no. Le salvó la papeleta al gobierno socialcomunista porque, desde luego, estamos hablando de cosas serias”.

Cosas serias. ¿Cómo discutir planes empresariales con empresas que tienen tentáculos a nivel global? Cuando Airbus anunció su intención de cerrar su planta de Puerto Real, Teresa Rodríguez fue la primera voz en llamar a hacer un frente común a todas las formaciones políticas. En el último vídeo promocional de Adelante Andalucía, el mensaje abundaba en la necesidad de prestar atención a cuestiones endémicas de la región pero, al mismo tiempo (flamenco chulapo mediante), señalaba el foco excesivo de la centralización. MadridMadridMadrid.Madrid nos roba, no me gusta esa expresión –aclara, desde Adelante Andalucía, José Ignacio García–. Porque, si nos ponemos así, nos roban tanto algunos madrileños como las élites andaluzas”.

El diputado subraya que Adelante Andalucía “no es nacionalista”: “Y yo, de hecho, me considero materialista: la principal contradicción que existe en nuestra sociedad es la de capital y trabajo, que condiciona muchos aspectos. Pero entendemos que Andalucía es un pueblo con características propias, y que tiene un desarrollo particular del capitalismo diferente al rol de otros territorios del estado: así que, aparte de los problemas genéricos de trabajo, clase y género, tiene una cuestión específica por territorio, pero que no se puede entender desligada de la posición de clase. No es una cuestión de cómo nosotros somos per se, sino del rol que juega nuestra tierra dentro del Estado español y de Europa, de periferia dentro de la periferia. ¿Por qué la concentración de trabajo de Airbus se plantea para Getafe y no para Cádiz? ¿Por qué los residuos industriales, por ejemplo, se guardan en Córdoba, y no en Getafe? ¿Por qué somos el patio trasero del desarrollo?”. Cita al economista Manuel Delgado Cabeza: “No es que Andalucía esté unos escalones por detrás de otros territorios; sino que, para que unos se desarrollen, Andalucía tiene que estar mal”.

José Ignacio García (AA): "Adelante Andalucía no es un partido nacionalista"

Marc Luque señala el actual escenario en Airbus de Puerto Real –que ha contado en todo momento con el apoyo de la factoría madrileña–,como ejemplo para no desestimar la lucha sindical :“Lo que ha conseguido esta fuerza es que se paralicen 300 despidos –indica–. Si estas luchas fueran coaligadas a una lucha gubernamental, podríamos funcionar de otra manera”. Para Marc Luque, la estrategia de la atomización territorial tendría, no obstante, mucho que perder: “Digamos que la política se mueve según tres grandes principios: intereses, razón y sentimentalismo. Lo que no se puede es dotar de un sentimentalismo a la política que acabe con la razón”, apunta. Luque, que reside actualmente en San Fernando pero que ha vivido “toda la vida” en Cataluña, advierte el peligro que tiene, a nivel político, señalar al otro: “Sí que sería muy interesante –añade– ver qué regiones fueron favorecidas por el franquismo, por ejemplo. Pero si proponemos un modelo de Estado centralista es para paliar estas diferencias: el fracaso del modelo autonómico se da, entre otras cosas, en el reparto desigual del pastel. Lo que queremos es que en Cádiz se viva igual que en Pamplona”.

“La política no cuestiona a partir de la cuestión de emociones que desarrollar respecto al enemigo externo, porque hay oligarquías aquí y en Madrid –corrobora Javier Moreno–. En este sentido, yo creo que la actual línea de Adelante Andalucía es una batalla de eslogan ante la posibilidad de unas elecciones autonómicas anticipadas. Este tema de los perdedores de la globalización, de gente que se siente fuera, encaja bien en España, que ha sido siempre un país muy de centro y periferia”.

Rafael Rodríguez Prieto recuerda que estamos, precisamente, en un escenario “en el que el papel de influencia de los Estados se ha visto puesto en jaque tanto desde organizaciones internacionales y foros de distinta índole, a el G20 o incluso asociaciones de hackers, que han mostrado capacidad para influir en resultados electorales”.

Menciona el 'New Deal' de Roosevelt, concepto que se tomó de una famosa novela de Mark Twain, Un yankee en la corte del rey Arturo, y que pretendía suponer la salida del oscurantismo que el autor sureño asociaba con la Edad Media. Un fin de ciclo. Unas nuevas coordenadas: “Si profundizamos en los grandes consensos respecto a los derechos sociales y estado del bienestar, habrá un buen futuro. Si se diluyen, el futuro se torna muy oscuro”.

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