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Sucesos

La ruta del hachís... y de la cocaína

  • En los 90 Pablo Escobar ya quiso diversificar el negocio y meter coca por el Estrecho

  • Esta semana la Guardia Civil ha desarticulado una red que traficaba en Cádiz con esta droga

Agentes de la Guardia Civil deteniendo en Trebujena esta semana a varios integrantes de una red que operaba en Cádiz, Sevilla y Málaga.

Agentes de la Guardia Civil deteniendo en Trebujena esta semana a varios integrantes de una red que operaba en Cádiz, Sevilla y Málaga. / Antonio Pizarro

En la década de los 90, el cártel de Medellín liderado por Pablo Escobar se planteó establecer alianzas con los capos del hachís de Marruecos a la usanza de las que ya mantenían con los señores del humo gallegos. Los Charlines, Oubiña, Sito Miñancos y compañía habían abandonado el contrabando de tabaco hacía años para comenzar a meter por sus costas cocaína colombiana. Lo hacían en grandes cantidades, hasta el punto que compraron un viejo barco militar en una subasta a la Armada y lo bautizaron como ‘Duanas’. Era el camuflaje perfecto. Aquel sueño de Escobar no llegó a cristalizar en parte por la labor de un policía: José Manuel Caamaño (Tánger, 1954), infiltrado durante siete años en el clan de los Charlines y que llegó a conocer a Don Emilio, Don Pablo Emilio Escobar Gaviria, que le convenció que era mejor mantener la estructura con los gallegos en vez de diversificarla por el continente africano, donde se le iba a ir una millonada en pagar sobornos.

La historia viene a cuento porque esta semana la Guardia Civil ha conseguido desarticular una importante banda afincada en varias provincias andaluzas, entre ellas Cádiz, que se estaba dedicando a meter cocaína de gran pureza en lanchas semirrígidas, a la usanza del tráfico de hachís de toda la vida. El pasado diciembre la Guardia Civil interceptó un alijo de 1.280 kilos de cocaína en Isla Cristina, lo que dio pie a la puesta en marcha de una investigación que sigue en curso pero en la que ya han sido detenidas una veintena de personas.

José Manuel Caamaño, ya jubilado de su último cargo como comisario de la Policía Nacional en Ceuta, piensa que el tráfico de cocaína por el Estrecho “puede ir a más”. “A saber lo que están metiendo en contenedores por Algeciras o Tánger Med. Ese tráfico a gran escala va para toda Europa. Hay que tener en cuenta que en ese aspecto Marruecos es un país donde el dinero lo compra todo”.

La llegada de cocaína a España procedente de Sudamérica no es nueva. Desde el año 2004 se interceptaron grandes cargamentos de esta droga. Caamaño recuerda cómo gracias a una huella se pudo comenzar a tirar de un hilo que interceptó un alijo de los Charlines de 6.000 kilos de cocaína que viajaban a bordo del buque ‘Duanas’, citado anteriormente. “Iba camuflado. Pintado de gris, desde lejos veías el nombre y parecía que se le había caído la A, pero que pertenecía al servicio de Aduanas”.

Los narcos marroquíes están diversificando el trabajo, sólo cambiando el producto

Al principio España era sólo un país de paso de la droga. Con el tiempo los narcos españoles cobraban en especie, quedándose parte de la cocaína que se encargaban de almacenar para distribuirla posteriormente. “Se quedaban con parte de los alijos y comenzaron a vender ellos mismos la droga. Así nació el negocio que sigue hoy día”, comenta Caamaño.

Recuerda además cómo las redes de tráfico de sustancias prohibidas son las mismas y sólo cambia el producto. “Eso ya lo vimos en Galicia con Miñanco y esta gente, que empezaron con el tabaco de contrabando y luego acabaron metiendo cocaína. Es ley de vida, casi nada es nuevo en esto, quizá la violencia extrema exportada de la Europa del Este”.

A lo que se refiere Caamaño es a los ajustes de cuenta entre bandas, a los vuelcos, a sicarios que llegan desde Colombia para matar a alguien por encargo. “Hay redes de narcotraficantes afincadas en España que tienen sus propios sicarios. Los llaman, cogen un vuelo desde Sudamérica, hacen su trabajo y se vuelven. Igual el cadáver aparece a los tres meses, como el hombre este que apareció en el Ebro con las manos cortadas hace poco”.

Pero Marruecos no es el único país africano que tiene conexiones con el narco. “En Guinea Ecuatorial hay muchos chicos que hace años empezaron a cultivar opio. Cogimos cargamentos que en teoría llevaban madera pero que escondían hasta 800 kilos de cocaína”.

Advierte Caamaño que también existe el pequeño tráfico. “Gente que se va a Punta Cana de vacaciones y se vuelve con tres o cuatro kilos de coca. Si tienen suerte y no los pillan pues hacen negocio. Esto no va a parar. Al contrario, cada vez puede ir a más”, repetía.

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