La zanja, el camino y la playa escondida

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El colectivo Mangueta de todos surge para luchar por el mantenimiento de uno de los tramos de costa más agrestes de la provincia

El aparcamiento junto a la playa de Mangueta. / D.C.

El acceso a la playa de Mangueta, situada entre Vejer y Barbate y considerada una de las zonas más salvajes de la provincia, se hace a través de una vía pecuaria con descansadero para ganado, que termina cumpliendo como aparcamiento de facto. “Todo comenzó –explican desde la plataforma Mangueta de todos– con la actuación de uno de los propietarios colindantes, que cortó el camino diciendo que era suyo. Consiguió que se pusieran unas piedras hace un año para que la gente no fuera a la playa en coche, cosa que se admitió con cierta reticencia porque el aparcamiento se convertía a veces en lugar de acampada sin control de caravanas y demás”.

Pero este verano, la medida coercitiva se ha convertido en una zanja de dos metros de profundidad por uno de ancho que dificulta bastante el acceso incluso a pie. Esta circunstancia ha sido el detonante para que varios vecinos y usuarios de la zona hayan constituido el colectivo Mangueta de todos, para tratar de dar eco a algunas de las problemáticas que vive el área, además de vindicarla: “Hay distintas irregularidades que pensamos van a encaminadas a privatizar el lugar. Aquella zanja se solventó, pero ahora hay otras zanjas laterales que dificultan el carril; el aparcamiento, de dudosa legalidad, o el tema del chiringuito de la playa, que está a veinte metros de la orilla, seis o siete metros con marea alta”. Un local que no sólo “tiene una concesión de años y se asienta en plena duna, sino que llegó a cerrarse por un problema de vertido directo de aguas negras”. Aun así, explican, la concesión continuó: “Algo incomprensible, si hay un vertido ilegal, infringes una norma subsidiaria:se quita el permiso de inmediato”.

“Por no hablar –continúan– del tema de extracción ilegal de agua del hotel, denunciado por nosotros y por Ecologistas en Acción. Finalmente, la Delegación de Medio Ambiente de la Junta ha denunciado a Fiscalia”.

Según la plataforma, la solución para la Mangueta sería la inclusión dentro del término del Parque Natural de La Breña y Marismas del Barbate de toda la franja que va desde la antigua casa de la Guardia Civil, ahora restaurante Amarna, hasta el arroyo de la Parrilla y el tramo final de arroyo de San Ambrosio, desde el vado de piedras a la desembocadura al mar.

Desde Mangueta de todos subrayan el valor del humedal: aunque no incluidos en sus momento dentro del parque, “las dunas y el caño de San Ambrosio forman parte de un sistema único al ser un humedal permanente, que actúa como una reserva de fauna y flora que no podría subsistir, y con una duna natural de casi dos kilómetros de extensión”. Un espacio, añaden, “que se mantiene sin edificaciones”, permitiendo “una gran biodiversidad”

La plataforma tuvo una primera reunión a primeros de agosto con representantes del Ayuntamiento de Vejer, del de Barbate y el delegado de Medio Ambiente. En ese encuentro, se determinó que “en septiembre, se empezaría una mesa de trabajo”. “Esperamos que se lleve a cabo y no haya sido una cortina de humo esperando ganar tiempo”.

Los activistas lamentan el banco de niebla que supone la legislación sobre ocupación del suelo: “En España, hay muchas leyes que se superponen. Aquí intervienen las disposiciones de Costas, Vejer y Barbate y los respectivos PGOU. Hay mucha superposición de información, y muchas veces, hasta los técnicos tienen dificultades para decir con claridad cuál es la calificación de un trozo de tierra”.

“En parte –continúan–, ese es el juego, una maraña tal que no sabes a qué normativa atenerte: de eso se nutren muchas cosas”.

El colectivo convoca en el mediodía de hoy, sábado, su tercera concentración, en el bar Saboy: “No queremos que nos alicaten la playa –insisten–. No podemos ser Torremolinos ni Marbella ni nada de esto: Cádiz no puede estar edificado desde Tarifa hasta Cortadura”.

“Vamos a defender lo que vemos que es el discurso global, que pasa por la regulación de recursos –continúan–. El covid nos ha demostrado que al que íbamos no ha de ser el mundo al que aspiramos, sino uno en el que vivir. Este es un pequeño punto en el mundo pero con un significado global tremendo”.

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