turismo

El esforzado milagro de los pequeños hoteles en Cádiz

  • Los establecimientos familiares resisten en un verano que espera tener una mejora del 25% en ocupación

  • La afluencia de turismo nacional no consigue paliar, sin embargo, la pérdida de clientes internacionales 

Las previsiones de HORECA estiman que la ocupación en agosto superará el 80%.

Las previsiones de HORECA estiman que la ocupación en agosto superará el 80%. / Jesús Marín

Preocupante si lo comparamos con 2019. Un milagro si miramos a 2020. Tanto las previsiones como los datos de ocupación hotelera en la provincia parecen dar tregua a varias temporadas en las que no pocos establecimientos optaron por la hibernación. Según el último registro de Ocupación Hotelera del INE, el pasado mes de junio la provincia de Cádiz computó un total de 654.912 pernoctaciones. La cifra, de hecho, no arroja malos resultados en comparación con los números de 2019, en los que se registraron 925.397 pernoctaciones y, sobre todo, con la raquítica suma de junio de 2020, en plena desescalada, que aun así reunió 122.252 noches en la provincia.

Como es lógico, donde se dejan sentir especialmente los flujos y reflujos de la pandemia es en la afluencia de visitantes extranjeros. Frente a las 428.415 pernoctaciones de fuera de nuestras fronteras que se dieron en 2019, este junio se saldaba con 88.995 noches –en junio del año pasado, apenas llegaban a 14.000 los extranjeros que hicieron noche en algún hotel de la provincia–. Mientras, los datos de residentes en España han superado incluso los números de 2019, con 565.916 pernoctaciones de público nacional frente a las 496.983 de hace dos años –108.333 en junio de 2020–.

Las previsiones del sector hotelero para este verano son optimistas, aun en un escenario en el que las reservas no sólo son menores que otras veces, sino que el nivel de cancelaciones también es más alto:“Más que nunca, la gente espera hasta última hora –confirma, desde HORECA, Antonio de María–. Y, por supuesto, las reservas que se producen son de gente que no depende de terceros”.

En general, para este verano la recuperación prevista se sitúa en torno a un 25% más. La primera quincena de julio ha dejado la media de ocupación hotelera en la provincia en un 73%, según mediciones de HORECA: una cifra más que positiva respecto al año anterior, donde apenas se llegaba a la mitad de camas ocupadas.

La previsión para la segunda parte de este mes es que la ocupación ronde el 80% (frente al 54% del año pasado), superando agosto un tanto más las expectativas, que llegan al 82%(estando la media de ocupación el año pasado en un 58%). Excepto Arcos, que augura un agosto a menos de un tercio de su capacidad (29%), los demás focos turísticos consultados por la asociación hostelera superan el 70% de previsiones en el mes fuerte del verano. Cádiz capital y Conil plantean un 89,4% de ocupación, aunque De María apunta la diferencia que supone el número de plazas: “No se puede comparar el total de Cádiz ciudad, que tendrá unas 2.800, con Chiclana, que tiene casi 13.000”, explica.

En el caso de Arcos, como representativo del interior de la provincia, las temporadas altas son primavera y otoño. Incluso el año pasado, “que se dio un cambio espectacular en lo que era la Sierra, lo que se agotó fueron las viviendas con piscinas“, recuerda De María.

El gran hueco este año, pues, sigue siendo el turismo internacional. Desde principios de julio, a los viajeros británicos no se les exige cuarentena al regreso, pero “el turismo inglés no es precisamente nuestro primer turismo internacional, sino el alemán –apunta Antonio de María–. Pareciera como si las dos nacionalidades principales, la alemana y la inglesa, se repartieran las zonas de vacaciones. La peculiaridad es que el alemán suele ser un turismo de mayor estancia. Incluso cuando en la provincia se operaba bien con Thompson, plataforma británica, eran 45.000 pernoctaciones al año frente a las 300.000 alemanas”.

Y eso que, ante un escenario como el actual, son los hoteles familiares o independientes los que tienen más capacidad de resistencia. No sólo porque cuesta mucho levantar varias decenas de camas, sino porque están libres, en principio, de “intereses económicos ajenos: a un grupo de accionistas de una gran cadena le da igual cortar –opina Antonio De María–. Mientras que los hoteles familiares aguantan como sea, comiéndose ahorros o rehipotecando”.

Horeca calcula una mejora del 25% en la ocupación respecto al verano pasado

En los hoteles familiares, tira de familia quien la tenga en el negocio. Quien no, tira a pulso. Es el caso de Elena Posa, el alma detrás de La Casa Grande de Arcos. El establecimiento cerró sus puertas el año pasado y no volvió a abrirlas hasta finales de marzo de este año. El barbecho se aprovechó para poner la finca de punta blanco, confiando en tiempos mejores.

Una vez arrancó la temporada, tras verse superada la tercera ola, mayo se cerró con un 11,3% de ocupación; junio con un 29,2%, mientras que lo que llevamos de julio llega al 28,6%. Los meses de verano, es cierto, no son los más fuertes de la Sierra, pero aun así la comparación con 2019 es sangrante: el mes de mayo anterior a la pandemia, el hotel registraba un 82% de ocupación; junio, un 74.8 %; y julio de 2019, un 55.3 %.

De cinco personas –cuenta Elena–, hemos pasado a una y media, tan sólo un contrato a media jornada porque no damos para nada”. La persona completa es ella misma, con jornadas que empiezan a las seis y media y terminan a medianoche. Los pequeños hoteles resisten, sí, porque no les queda otra.Vamos a salir –insiste Elena Posa–, pero con mucho coste. Aquí los grandes hoteles siguen cerrados la mayoría. Otros dos también de corte más pequeño han subsistido porque eran familias y resolvían repartiéndose las cosas”.

La Casa Grande ha notado, y mucho, la bajada de turismo extranjero, su principal fuente de público. Los precios están entre un 20 y un 30% más baratos, aunque no pueden entrar, afirma su propietaria, en la dinámica de 30 euros por persona con desayuno incluido, “que es, muchas veces, a lo que se acostumbra. Los españoles piden precios más baratos, pero nosotros tenemos un estándar de calidad que no lo permite”, asegura. Un ejemplo del día a día:“Entre almohadas y cojines, son seis unidades por cama. Las colchas se lavan cada día; las sábanas son de algodón; hay alfombras hechas a mano y mantas de Grazalema.Todo eso exige especial atención. Hay gente que lo aprecia, y gente a la que le da igual. Algo tan simple como comprar para los desayunos se convierte en un riesgo”.

Para los puentes de otoño, esos mirlos blancos en la Sierra gaditana, aún no hay reservas. “Ahora empiezan a despertar para el puente de agosto, pero se sigue cancelando mucho –subraya Elena Posa– . Hasta el 2022, creo que la situación no se va a normalizar, y eso dependiendo de los datos sanitarios”.

Misiana es un hotel de trece habitaciones en Tarifa. Su público también era eminentemente internacional pero este año, “el turismo nacional copa el 95%, además, se ha cerrado el puerto, lo que quita muchos clientes que se pasan a Marruecos –comenta María José–. Se han tenido que bajar los precios en temporada alta, cosa que no se había hecho nunca”. De 155 euros la habitación, han pasado a 135 entre semana, sin estancia mínima, y se han facilitado las condiciones a la hora de cancelación.

En este escenario, los pequeños establecimientos tienen más resistencia que las grandes cadenas

Tras el primer verano de pandemia, en Misiana cerraron en octubre de 2020 y volvieron a abrir a mediados del pasado mayo. En general, enero era el mes en blanco, destinado a mantenimiento, “pero este año no sé qué va a pasar”. En lo que llevamos de temporada, recién abierto el hotel, junio se presentó como un buen mes, “mejor de lo que esperábamos. Pero en julio estamos teniendo que pelearlo mucho”. La elevada tasa de incidencia que presenta la localidad –esta semana, el municipio llegó a superar la tasa 1000 de incidencia– hace que las cancelaciones se sucedan como una escala de dominó. María José comenta lo injusto, en este caso, de la tasa establecida sobre población residente cuando, en verano, Tarifa y otras localidades pueden llegar a triplicar sus habitantes. Así, el hotel tuvo en junio una ocupación del 76% y, en lo que va de mes, rozan el 84%. Para agosto, las previsiones son del 77%, “a no ser que cambie la tendencia sanitaria”. No está mal, pero hablamos de un punto que suele lucir en verano un llenos absolutos.

Otro sector que aún parece sufrir el terremoto es el de excursiones y demás actividades turísticas:“Por lo menos, a nosotros no nos han reservado ni una sola excursión a ningún lado –indica–. Ni un delfín, ni una ruta a caballo. También eran el tipo de cosas que hacía más el turismo extranjero”.

A todo ello hay que añadir la eclosión de los apartamentos vacacionales. Una opción que, entre economía y seguridad, sigue estando entre las prioritarias: “Estamos rodeados, y no exagero, de cientos de puntos ilegales de alojamiento en forma de apartamentos –comenta, desde Arcos, Elena Posa–. Al Ayuntamiento le parece bien, a la Junta le parece bien porque está esta idea de que todo el mundo tiene derecho a su pedacito de cielo. Pero en estos tiempos, todo se complica”.

Para De María, sin embargo, esta tendencia no será significativa a medio plazo: “Es verdad que hay un antes y un después del covid, pero el ser humano es siempre el mismo, y si hay algo difícil de cambiar son las costumbres. Pienso que todo vuelve a su cauce”.

A pesar de todo, indica Elena Posa, la suya sigue siendo una labor gratificante: “La mayor parte de la gente que viene se queda encantada. Lo único que podemos seguir haciendo, al fin y al cabo, es atender a la gente lo mejor posible, que es lo que hacemos siempre, y lo que nos gusta”.

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