Cuando el ejército de Pancho Villa pasó por Puerto Real

Historias de Cádiz-Herzegovina | Capítulo 40

Hace 18 años el PSOE estuvo a un solo paso de perder la Diputación de Cádiz al intentar sus concejales puertorrealeños un pacto con el PA que derrocara a Barroso. Chaves los llamó a capítulo a Sevilla y logró frenar la operación a última hora

Todos contra Barroso

Barroso, el primer mártir de la III República

La alcaldable del PSOE en Puerto Real, Ana Mosquera, camina muy seria para depositar su voto en blanco que salvó a Barroso en junio de 2007. / D.C.

Poco disciplinado, desorganizado y con escasa experiencia militar. Esas eran algunas de la características del ejército de Pancho Villa, formado principalmente por rancheros, campesinos y demás trabajadores del campo y que jugó un papel preponderante en la Revolución Mexicana del primer cuarto del siglo XX.

La política gaditana también tuvo su particular ejército de Pancho Villa, que se hizo fuerte en Puerto Real en 2007 ondeando la bandera del PSOE pero que tenía algunas diferencias con respecto al original que liderara aquel caudillo valiente y rebelde. Una diferencia era que hace 18 años el PSOE puertorrealeño estaba encabezado por una mujer llamada Ana Mosquera, y otra era que si los de Pancho Villa lograron derrotar a las fuerzas de Porfirio Díaz primero y de Victoriano Huerta después, los de Ana Mosquera fueron incapaces de tumbar al alcalde casi eterno de Puerto Real, José Antonio Barroso. Y eso que le pusieron su cabeza en bandeja. Pero no quisieron. O no pudieron. Que la rebeldía suele tener siempre un límite.

El escrutinio de las elecciones de 2007 daba a Barroso su octava victoria consecutiva en Puerto Real. Era alcalde desde 1979, salvo el mandato de 1995 a 1999 en el que aquel histórico todos contra Barroso lo mandó a la oposición. Pero esa octava victoria no se pudo celebrar a lo grande en IU. Las urnas les daban sólo ocho concejales, dos menos de los obtenidos cuatro años antes, y dejaban a Barroso en manos de sus dos principales contrincantes, Ana Mosquera, que lograba siete ediles para el PSOE (uno más que en 2003) y Maribel Peinado, la abanderada del PA que igualmente hacía ganar a su partido un concejal hasta llegar a cuatro. Las cuentas estaban claras: si el PSOE y el PA se unían, adiós a Barroso, porque la mayoría absoluta en Puerto Real estaba y está fijada en los once concejales y porque las dos actas restantes eran irrelevantes (una para el PP y otra para Los Verdes).

Esa noche electoral hubo alegría moderada en la sede de IU, donde Barroso se limitaba a afirmar que una alianza entre socialistas y andalucistas sería una vuelta al pasado, y una fiesta total en el PA y sobre todo en el PSOE. Peinado afirmaba a boca llena que los andalucistas eran “la llave del cambio” y Mosquera, más eufórica aún, hablaba de que en esas elecciones “el pueblo de Puerto Real ha pedido un cambio y no le podemos dar la espalda”.

Pero conforme fueron pasando las horas esa sonrisa de la líder socialista se fue achicando hasta convertirse en un rictus de una seriedad absoluta. Porque en paralelo se hacía público el escrutinio de la Diputación, donde el PSOE (15 diputados) había vuelto a derrotar al PP (13) pero precisaba el apoyo del único representante del PA en la institución provincial (un concejal de San Fernando) o de los dos de IU, uno de los cuales estaba cantado que sería un edil puertorrealeño.

Y tras unos días de tanteo en los que la dirección socialista constató que tenían mucho más que ganar acercándose a IU antes que al PA, a Mosquera le llegó la llamada del ahorro: el secretario general del PSOE de Cádiz, Francisco González Cabaña, le prohibía taxativamente reunirse siquiera con el PA de Puerto Real para abordar un hipotético pacto de gobierno que derrocara a Barroso. “La Diputación está en juego y eso es sagrado”, le resumiría el líder de los socialistas gaditanos.

Ana Mosquera pareció entenderlo y eso fue aprovechado por una Maribel Peinado que, con inteligencia, supo aprovechar la ocasión para erigirse en la única garante del cambio en Puerto Real: primero mandó por escrito una invitación al PSOE para mantener una reunión de cara al pleno de investidura, después convocó a la prensa a la hora citada para esa supuesta reunión en un hotel de la ciudad para que hubiera constancia de que los ediles socialistas no habían acudido, y encima movilizaron a la ciudadanía con concentraciones reclamando ese cambio político plasmado en las urnas.

Maribel Peinado (izq.) y otros cargos del PA esperaron sin éxito a los ediles del PSOE para negociar un pacto. / D.C.

Pasaban los días y todo parecía cantado, con un Barroso cada vez más convencido de su continuidad en la Alcaldía... hasta que el miércoles 13 de junio, a menos de 72 horas de la investidura, se produjo el terremoto. Ana Mosquera, la líder del PSOE local, se liaba la manta a la cabeza y, en clara desobediencia a las órdenes de su partido, convocaba al PA a una reunión para el día siguiente para sellar ese acuerdo de gobierno anti-Barroso.

Las reacciones de Cabaña y de Barroso fueron brutales. Fue el primero el que dijo que el PSOE de Puerto Real estaba actuando “como el ejército de Pancho Villa”. “Es inadmisible. Actúan como tránsfugas, con una falta de respeto total a estas siglas. Porque el PSOE no es el partido de Mosquera sino el de Pablo Iglesias, Zapatero y Chaves. Si querían acabar con Barroso, que se hubieran presentado por un partido independiente, a ver cuántos votos habrían sacado”. Y Barroso no se quedó atrás: “No vamos a permitir que el PSOE se ría de IU en nuestra cara. Si los socialistas nos quitan la Alcaldía de Puerto Real, de inmediato nos sentaríamos con el PP y el PA a negociar un pacto en la Diputación que mande a Cabaña a su pueblo con su sillón y su Audi. Y a lo mejor pierden también las alcaldías de Algeciras, Tarifa, Los Barrios, Olvera o Algar”. Incluso Antonio Roldán, entonces coordinador provincial de IU y alcalde de Conil, refrendaba la andanada de Barroso, entre otras cosas porque Puerto Real era la segunda alcaldía más importante de las que tenía IU en toda Andalucía, después de la de Córdoba.

El paso dado por Mosquera había removido los cimientos de todo el socialismo gaditano, que podía perder mucho. Tanto fue así que hasta el propio Manuel Chaves se vio obligado a intervenir de inmediato. Por eso, al día siguiente, en la mañana del jueves, el secretario general del PSOE de Andalucía llamaba a capítulo a Sevilla a los siete concejales socialistas de Puerto Real y a su secretario local, José Cerejido, a la sazón esposo de Ana Mosquera. Y les cantó las cuarenta. Tanto que los socialistas volvieron a Puerto Real con el rabo entre las piernas. Se sentaron con el PA por la tarde, sí, pero para decirles que nanai, que no había nada que hacer, que Pancho Villa era mejicano y no puertorrealeño. “Es un momento muy duro”, se limitó a decir Mosquera. “No me imaginaba tanta cobardía, y lamento que el sillón de Cabaña en la Diputación se haya forjado a costa de las ilusiones de los puertorrealeños”, le respondía el secretario local del PA y concejal electo, Juan Carlos Martínez.

“El pueblo ha pedido cambio y no podemos darle la espalda”, dijo Mosquera. Pero se la dio

Dos días después llegó la investidura y no hubo sorpresas. Una muy seria Ana Mosquera, al igual que los otros ediles socialistas, votaban en blanco y permitían la reelección de Barroso. El pleno transcurrió sin incidentes pero no fue así en el exterior donde hubo insultos, intentos de agresión y hasta los concejales del PSOE tuvieron que ser escoltados por la Policía Local mientras podían leer una pancarta que rezaba “PSOE, devuélveme mi voto”.

Los socialistas de Puerto Real cumplieron las órdenes de su partido, al igual que IU lo haría luego manteniendo a Cabaña en la Presidencia de la Diputación. Eso sí, los izquierdistas obviaron el pacto entre ambos partidos y dejaron al PSOE sin las alcaldías de Chiclana, Olvera y Algar.

Pancho Villa murió en una emboscada organizada por dos de sus antiguos milicianos. La muerte política de Ana Mosquera en cierto modo se la buscó ella sola. Y es que tras el mal trago de la investidura de junio de 2007, en marzo de 2009 firmaba un pacto con IU y se integraba en el gobierno de Barroso, sí, ese mismo alcalde al que durante años había calificado de “cacique” y al que había acusado de dirigir Puerto Real como si fuera su “cortijo” o una “república bananera”.

Aquel pacto IU-PSOE sólo duró dos años. El pueblo, que en democracia siempre tiene razón, habló en las elecciones municipales de 2011 y su pronunciamiento fue incuestionable: 12 concejales y mayoría absoluta para el PA de Maribel Peinado.

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