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Relevo en la Subdelegación del Gobierno en Cádiz: Un nombramiento y varias bofetadas

Juan Carlos Ruiz Boix, en una foto de archivo antes de una rueda de prensa en la sede provincial del PSOE.

Juan Carlos Ruiz Boix, en una foto de archivo antes de una rueda de prensa en la sede provincial del PSOE. / Julio González

Sorprendente. Posiblemente no haya otro adjetivo que califique mejor la decisión que ha tomado el Gobierno de España al decantarse por Blanca Flores para que dirija la Subdelegación del Ejecutivo central en la provincia de Cádiz en la compleja legislatura que echó a andar hace escasas semanas. Y es sorprendente por ejemplo porque la persona elegida jamás ha ocupado un cargo público y, además, nunca ha tenido el respaldo de la agrupación socialista a la que pertenece, que es la de Cádiz capital. Pero es que además este nombramiento lleva implícitas varias bofetadas sin manos que van dirigidas por ejemplo al secretario local del PSOE en Cádiz, el ex diputado nacional José Ramón Ortega, claramente distanciado de Blanca Flores desde hace tiempo, y en especial al secretario provincial del PSOE, Juan Carlos Ruiz Boix, que no sólo defendió a otra candidata que ha terminado siendo arrinconada, la chiclanera Cristina Saucedo, sino que además ve ahora cómo la elegida pertenece a una de las corrientes que no le respaldaron cuando a finales de 2021 tomó los mandos del PSOE de Cádiz. Porque otra de las lecturas que deja este relevo es, precisamente, que, aunque su predominancia en la provincia gaditana sea prácticamente testimonial, el romanismo aún sigue influyendo en Ferraz.

Nunca jamás se había visto un relevo tan agónico en la Subdelegación del Gobierno. Tanto en las anteriores etapas del PSOE como en las del PP el cese de quien estaba en el cargo y el nombramiento de sus sustituto habían sido automáticos. Pero esta vez no ha sido así, y la peor parte se la ha llevado un José Pacheco al que ya le estaban moviendo la silla en noviembre.

En sus cinco años y medio en el cargo Pacheco puede llevar a gala que no se ha granjeado muchos enemigos. Si acaso, las únicas críticas a su gestión vinieron desde la izquierda, y en particular desde las filas de Adelante, tras la famosa irrupción de la tanqueta antidisturbios de la Policía Nacional en la barriada puertorrealeña del Río San Pedro en aquella conflictiva protesta del sector del metal. Pero parece claro que su gestión sumaba más aplausos que abucheos. Sin embargo, la dirección provincial del PSOE y el propio Ruiz Boix jamás le perdonaron que no se atreviera a dar el paso para ser el candidato del partido a la Alcaldía de Cádiz en las pasadas elecciones municipales de mayo de 2023. Aunque valoran, y mucho, el paso adelante que dio Óscar Torres, en la cúpula del partido no son pocos los que siguen pensando que Pacheco era mejor candidato y que podría haber arrancado ese puñado de votos que le faltaron al PSOE para recuperar la Alcaldía de Cádiz 28 años después.

Pero Pacheco se cerró en banda aduciendo cuestiones personales y la consecuencia de ello era que antes o después tendría que hacer la mudanza en ese despacho desde el que se ve en toda su plenitud las históricas Puertas de Tierra de la capital gaditana.

Fue precisamente Ruiz Boix quien impulsó este relevo en la Subdelegación. Y desde el primer momento puso un único nombre encima de la mesa, el de Cristina Saucedo. Quizás ese fue su error, no plantear varios nombres posibles, una terna de candidatos, y apostarlo todo a una carta. Puede que fuera un exceso de confianza por su parte, aunque también es verdad que desde que enterró su pasado susanista, que le llevó a ser purgado por Ferraz en las candidaturas a las elecciones generales de 2019, el también alcalde de San Roque fue ganando enteros poco a poco ante la dirección federal del partido. Los mejores ejemplos de ello fue que, primero, fue aceptado como número tres en la lista del PSOE de Cádiz al Congreso en las últimas elecciones generales, pero es que además fue designado luego presidente de la Comisión de Exteriores en la Cámara Baja, una responsabilidad que no se confía a cualquiera.

Pero a Ruiz Boix quizás se le escapó un elemento que ha terminado siendo clave: la influencia del romanismo en Ferraz y en el mismísimo Pedro Sánchez. No hay que olvidar que cuando el hoy presidente del Gobierno inició su carrera para intentar recuperar en 2017 los mandos del PSOE, ahí estaba a su lado Rafael Román, uno de sus grandes defensores en Cádiz y en Andalucía. Y junto a Rafael estaba también su hermano José María, que era y sigue siendo alcalde de Chiclana y quien jamás ha tenido una relación satisfactoria con Cristina Saucedo.

Así que blanco y en botella. Al airear su apuesta por Cristina Saucedo lo único que hizo Ruiz Boix fue encender a una corriente romanista que rápidamente movió sus hilos primero para frenar in extremis la designación de Saucedo, que iba a concretarse a finales del pasado diciembre, y segundo para plantear la alternativa de Blanca Flores, una persona que siempre ha sido de la cuerda de Rafael Román y que si no ha ocupado puestos de más responsabilidad en la agrupación socialista de Cádiz ha sido precisamente porque el romanismo nunca ha mandado ahí.

Ahora lo que queda por saber es si esta sorprendente designación pone en riesgo a las direcciones provincial y local del partido. Primero porque los críticos de Ruiz Boix –que los tiene– pueden aprovechar para incidir en una supuesta debilidad del líder de los socialistas gaditanos, sobre todo tras sus tres derrotas electorales consecutivas y, en especial, tras la pérdida de la Diputación. Pero también queda en una situación complicada la dirección local del PSOE de Cádiz, precisamente cuando las guerras internas parecían haber sido apaciguadas. Y es que ya hay quien empieza a mirar a Blanca Flores como candidata del PSOE a la Alcaldía de Cádiz para 2027.

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