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Laboral

Funcionario del SEPE, profesión de riesgo

  • Los trabajadores reciben amenazas, que ya están denunciadas, pese a doblar jornadas y no descansar fines de semana

  • Los sindicatos dicen sentirse abandonados por la administración

Una oficina del SEPE en la capital gaditana, aún cerrada.

Una oficina del SEPE en la capital gaditana, aún cerrada. / Jesús Marín

¿Quién dijo que la pandemia nos haría mejores? Bobadas. Tanto hablar del bicho... el bicho esto, el bicho lo otro, y al final resulta que hay miles de bichos de dos piernas con una carga viral tan dañina como la del coronavirus y mayor agresividad si cabe. Si Kichi se quejó semanas atrás de la gordofobia y los madrileños, hasta los que están más sanos que una pera, de la madrileñofobia, ahora son los funcionarios del Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) quienes están denunciando una campaña en su contra que ya ha acabado con denuncias en los tribunales y que les tiene en vilo ante su próxima incorporación a las oficinas.

Para Javier Hormigo, miembro de la Mesa Nacional del Sindicato CSIF y representante en la provincia de los trabajadores del SEPE, explicaba ayer a este medio que se sienten abandonados por la administración. “Tenemos miedo. Esa es la verdad. Estamos recibiendo amenazas a través de las redes sociales, nos dicen que en cuanto que abran las oficinas nos van a dar fuerte, nos van a agredir. CSIF ha denunciado ya estos hechos ante la justicia, pero nos parece una falta de respeto que la administración no haya actuado de oficio y denunciado esta situación ante la Fiscalía”.

En Cádiz son algo más de 13.000 las empresas que se han acogido a un ERTE, la inmensa mayoría –todas salvo unas 500 – por causa de fuerza mayor tras declararse la pandemia. En cuanto a afectados, el pico de esta otra curva dramática se situó en abril, cuando se registraron casi 70.000 trabajadores afectados por ERTEs. 65.211 por causa de fuerza mayor y 4.109 por otras causas, según cifras oficiales de la Seguridad Social. “En toda España ahora mismo hay 7,5 millones de personas desempleadas, de las que 4,5 millones están en un ERTE. Teniendo en cuenta que no sólo tenemos que dar servicio a estas personas sino que el Gobierno ha sacado a través de diferentes decretos seis nuevos tipos de prestaciones el volumen de trabajo es brutal. Que nos agradecen con amenazas de agresiones cada día”, dice Javier.

La provincia gaditana es la que cuenta con más oficinas del SEPE de España. Hay 36, y 282 trabajadores repartidos entre ellas, que en estos días se ha aumentado hasta los 312 con la incorporación de interinos. “Estamos doblando turnos, trabajando festivos y fines de semana, haciendo jornadas de mañana y tarde, muchas horas, con unas compensaciones irrisorias, a veces en forma de horas libres que no sabemos cuando podremos disfrutar. Es nuestro trabajo y así lo aceptamos, sabemos que hay gente pasándolo muy mal, pero no es justo que encima se nos amenace y se nos diga que nos están esperando para cuando se abran las oficinas”.

La situación es más que preocupante. Los sindicatos han pedido la contratación de vigilancia privada para evitar altercados en las oficinas cuando se acabe el teletrabajo. Sin embargo, desde la administración central ya se les ha avisado que para mantener el orden público ya están los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado y que si se producen incidentes los llamen. “Lo que les falta a los policías es que estemos todo el día reclamándolos cuando un usuario se ponga violento”, dice Javier.

Otra trabajadora del SEPE en Cádiz también relata su experiencia durante estos meses de jornadas extenuantes. “Hemos subido las citas hasta las 30 diarias, citas telefónicas pero que atendemos como si fueran presenciales. Esto hace que cada día trabajemos muchas más horas, pero lo entendemos porque tenemos una conciencia social muy desarrollada”.

Algunos trabajadores del SEPE han comentado igualmente a este medio que les ha molestado que por cada prestación que tramitan los empleados del INS se les bonifica con 21 euros. “No es normal eso. Nosotros estamos trabajando por las tardes, cuando no nos corresponde por horario, pero hay que hacerlo porque la gente lo necesita y punto”.

Reconocen que anímicamente están agotados y que, además, se encuentran “con que las empresas no han hecho estas gestiones nunca y muchas lo hacen mal. No saben cómo tramitar las ayudas, se producen errores, la gente cobra menos y al final la pagan con nosotros, como si fuéramos los culpables. Amenazas, insultos, de todo. Esto es una pesadilla, y eso que todavía no se han abierto las oficinas”.

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