El Alambique
Belén Domínguez
Ingenuidad
Tribuna Libre
Esa es la pregunta que me hice cuando, de forma ocasional, me encontré en la rotonda de Valdelagrana con el pretendido monumento al Vapor de El Puerto. Visto a la luz del día, y también en visión nocturna, me sugirió la imagen de un espectro muy lejos de la silueta conocida y cantada por la comparsa de Paco Alba.
Y coincido con la opinión del Académico de Santa Cecilia José López Ruíz: “La motonave Adriano, conocidísimo barco de pasajeros del Puerto a Cádiz y viceversa, siempre ha sido referido como el Vapor; el Vapor del Puerto, sin el “cito”. Nada de 'Vaporcito'”. Pero ahora, no entraré en ese debate, porque en el párrafo siguiente vuelve a nombrarse, de forma más solemne, la mención en diminutivo.
Lejos queda aquel 5 de diciembre de 2001, para leer en las páginas del BOE número 291, la declaración de bien mueble de interés cultural al barco Adriano III de El Puerto de Santa María. (Publicado en el BOJA número 132, del jueves 15 de noviembre de 2001).
Pero algo más cerca queda la noticia que nos sorprendió el 30 de agosto de 2011, cuando conocimos su hundimiento en el muelle Reina Victoria, en Cádiz. En el recorrido por el casco histórico, en la ribera del Guadalete, el nuevo e inconcluso paseo permite contemplar con tristeza, un amasijo de maderas podridas de lo que fue el símbolo e identidad de nuestra ciudad.
Siguiendo un cierto orden cronológico: 'El río del olvido', artículo editado en Diario de Cádiz, en marzo de 2019, firmado por Ignacio Pantojo Vázquez (marino): “Hace ya algún tiempo, al poco del percance que sufrió el Vapor del Puerto, cuando se trajo al varadero de la Bajamar para terminar su vida, me preguntaron si era posible su recuperación. Entonces, sin verlo, me atreví a decir que sí, lo que no pude cuantificar fue el coste de la restauración, pues no conocía el estado interior del mismo. Es más, ofrecí mis conocimientos y experiencia en buques propulsados a vapor para instalar en él una caldera y una máquina alternativa de vapor, en vez del motor diésel que tenía montado, y así, su propulsión concordara con su denominación: “El Vapor del Puerto”.
“Restaurar el Vapor para convertirlo en museo costará unos 400.000 euros. - La asociación portuense El Vaporcito ha presentado este jueves el proyecto para la recuperación de la nave, que se ubicará en el entorno de la avenida Bajamar-.” (Diario de Cádiz, 28 de mayo 2020).
“La restauración del Vapor recibe el respaldo de la Fundación del Patrimonio Marítimo Vasco–Carpinteros de ribera y representantes de la prestigiosa factoría Albaola de Pasajes visitan la motonave y ven factible su recuperación-. (Diario de Cádiz, 13 de noviembre 2021).
No es casual que Ignacio Pantojo Vázquez, entregara a la Asociación El Vaporcito, en el mes de junio de 2020 un proyecto para la restauración del Vapor, referido a la carpintería de ribera, en el que se incluía como proyecto de referencia Albaloa, con su pequeño astillero Ontziola, situado en Pasajes de San Juan.
Dicho proyecto fue presentado en el Ayuntamiento de El Puerto, con la asistencia de su autor, acompañando a la citada Asociación. Como también le fue presentado por Ignacio Pantojo, a la Autoridad Portuaria Bahía de Cádiz.
Me consta la generosidad del autor del proyecto citado, que hubiese merecido una mayor implicación de las entidades que habrían podido dar viabilidad al mismo. El silencio y la ausencia en las sucesivas presentaciones, por no haber sido citado a las mismas, califican suficientemente, a quiénes no han sido capaces de gestionar con diligencia la solución para salvar a El Vapor de El Puerto.
Su diligente descatalogación, para que puedan retirarse los restos de la embarcación, es el postrer servicio mínimo que le exigimos a los que tienen la obligación de gestionarla, para que se interrumpa la indignidad y vergüenza que sentimos con su contemplación.
A título de merecida despedida, este es el poema que le dedicó muestro inolvidable amigo, Alberto Boutellier Caparrós cuando lo trajeron, días después del naufragio, al varadero.:
DERELICTUS
Uncido a las mareas y sus caos
que lamen sus cuadernas mutiladas,
huidas las varengas y los baos,
de clavos y de herrumbres descarnadas…
¡Rendido!
Cansado de surcar por lo infinito,
y herido en lo profundo de su alma,
en el dolor postrero, y ya sin grito,
se reposa en lo manso de su calma…
¡Vencido!
En torrencial gemido, al cielo azul,
ofrenda su esqueleto en desconcierto,
entre sueños de aliso y abedul,
por siempre derelicto en este puerto…
¡Abandonado!
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