X aniversario del hundimiento de la motonave

Una Escuela-Taller para el Vapor

  • El marino Ignacio Pantojo impulsa un proyecto para la formación de carpinteros de ribera

  • El objetivo es rehabilitar la nave al tiempo que se recupera una profesión con muchas salidas

El abandono del Vapor es patente, diez años después de  su hundimiento.

El abandono del Vapor es patente, diez años después de su hundimiento. / D.C.

Tal día como hoy, 30 de agosto, pero de hace diez años se producía una de las noticias más tristes de la historia reciente de El Puerto, el hundimiento del Vapor Adriano III en el muelle de Cádiz.

Mucho se ha hablado ya de los diferentes intentos por recuperar el barco, todos ellos infructuosos hasta la fecha, y de la escasa implicación de las administraciones a la hora de arrimar el hombro para lograr que el barco volviera no ya a navegar, sino al menos a presentar una imagen acorde a lo que fue y a lo que representa.

En este contexto cobra interés el proyecto presentado a la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz (APBC) y al Ayuntamiento portuense por parte de un marino portuense ya jubilado, Ignacio Pantojo, que ha elaborado una detallada iniciativa de cara a poner en marcha una Escuela-Taller para carpinteros de ribera, dentro del proyecto de recuperación del barco que ahora impulsa su nueva propietaria, la asociación portuense El Vaporcito.

La iniciativa se le presentó a la APBC antes de la pandemia, en el año 2019

La APBC tiene en su poder el proyecto desde el año 2019, antes de que estallara la pandemia, mientras que el Ayuntamiento también está al tanto de la iniciativa desde el pasado 2020, cuando se presentó públicamente la cesión del barco a la entidad sin ánimo de lucro.

La asociación El Vaporcito también cuenta con el proyecto de Ignacio Pantojo y como señala su presidente, José María García Flores, “es uno de los expertos con los que queremos contar cuando podamos acometer la recuperación del barco”.

Ignacio Pantojo, experimentado marino ya jubilado, es además experto en máquinas navales y como explica “lo único que me mueve es el deseo de recuperar un icono de El Puerto. Es una obligación que tenemos porque ahora el barco da pena verlo, aunque no se obtenga una rentabilidad económica con esta recuperación sí tenemos que lograr una rentabilidad social”, destaca. En este sentido, Pantojo explica que “esta escuela nace con el objetivo de recuperar la motonave Adriano III, icono y logotipo durante décadas de la ciudad de El Puerto de Santa María que, además de formar parte de la memoria de los habitantes de la Bahía, fue declarado Bien de Interés Cultural (BIC), por lo que según establece el articulado de la UNESCO debemos cuidarlo y mantenerlo antes que su deterioro, que ya es bien visible, impida su recuperación”.

El Vapor, en el antiguo varadero Guadalete. El Vapor, en el antiguo varadero Guadalete.

El Vapor, en el antiguo varadero Guadalete. / D.C.

El proyecto propuesto por este marino portuense contempla varios fines: la recuperación del Vapor de El Puerto -no para que vuelva a navegar, sino  como muestra de lo que ha sido un emblema loca-l; la creación de una escuela-taller para la formación del alumnado en todas las fases de la construcción de un barco; la construcción de barcos de madera y de fibra (Modelismo naval); la reparación de barcos clásicos; y el impulso de la actividad del río Guadalete, creando oportunidades profesionales que sirvan además de atracción al visitante, haciendo de esta escuela un punto de referencia en la construcción naval tradicional, como ya lo son Pedregalejo, en Málaga, y Ontziola, en Gipuzkoa.

El programa de formación propuesto por Ignacio Pantojo duraría tres cursos. Cada uno de ellos admitiría seis alumnos por promoción. Los alumnos, 18 en total, estarían organizados por promoción, de tal manera que los seis alumnos más veteranos, los del tercer curso, llevarían la tutoría de los alumnos del segundo curso y estos se encargarían de la tutoría de los del primer curso.

Desde el comienzo del programa el alumnado tomaría parte en diversos proyectos de construcción naval. “Las cualidades que son objetivo de esta formación se obtienen mediante la práctica. El alumno se suma de manera progresiva a estos trabajos, a medida que va desarrollando las habilidades necesarias”. Durante el programa, según el interés y los objetivos del alumno, también se pueden adquirir técnicas de herrería, cordelería y velería, aparejo y jarcia, siempre desde el punto de vista de lo que interesa al carpintero de ribera.

Un perfil profesional con muchas salidas

Las aptitudes técnicas de alto nivel necesarias para construir embarcaciones de madera y la habilidad para encontrar soluciones a los problemas darían al alumno que completase el ciclo formativo múltiples oportunidades en diferentes campos profesionales. De hecho, gracias al impulso adquirido por los proyectos relacionados con el patrimonio marítimo, tanto en la costa mediterránea como en la cantábrica y norte de Europa, la demanda de este oficio se está expandiendo en muchos territorios. Asimismo, el incremento de la navegación a bordo de embarcaciones clásicas ha hecho crecer las oportunidades laborales en el campo de la construcción naval, tanto de recreo como de pesca tradicional.

El perfil del carpintero de ribera se adecua además a varios sectores de la industria naval. Este personal estaría capacitado para trabajar en instalaciones portuarias, barcos, plataformas y mantenimiento de embarcaciones, por ejemplo. Como explica Pantojo “hoy es muy difícil encontrar trabajadores capacitados en la recuperación del patrimonio arquitectónico en madera. Los carpinteros de ribera están bien preparados para ello ya que el barco de madera es una de las estructuras más complejas de construir. Las formas de los barcos pocas veces suelen ser rectas y para trabajar con formas cóncavas hay que tener confianza en la recreación de espacios tridimensionales. Por ello los constructores navales están mejor preparados para trabajar en construcciones singulares o especiales”, destaca.

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