La rehabilitación del mercado de La Concepción en El Puerto: el otro gran asunto pendiente de El Puerto
Los placeros se desesperan ante promesas incumplidas de rehabilitación.
Actualmente el edificio, que no reúne condiciones adecuadas, es el único de la provincia que no se ha reformado
La rehabilitación del mercado de La Concepción: un proyecto aún sin fecha
Viernes 26 de diciembre, día después de Navidad. La carne mechada y el marisco siguen ocupando sitio en una nevera atestada con restos de comida que los cinturones no pudieron soportar ni la noche ni el día anterior. Por el momento, hasta principio de semana, en la mayoría de los mercados de abastos los datáfonos estarán de vacaciones, y los tenderos cuentan con esta bajada en las ventas. No obstante esta estampa, que se mantendrá posiblemente hasta el siguiente asalto en Fin de Año, es algo bastante recurrente en el mercado de La Concepción en El Puerto donde la afluencia de público no es tan intensa como debería ser. Al menos así lo aseguran los placeros, quienes diariamente asistente a la lenta desaparición de uno de los puntos vitales más importantes de la ciudad. Muchos de ellos no quieren hablar por miedo a señalarse ante la clase política. Otros no dudan en soltar la lengua cuando se le pregunta por un tema ante el que llevan años sin obtener respuesta y donde el Ayuntamiento, a pesar de las peticiones de este gremio, ha optado por la ley del silencio. Como en todos lados aquí también hay polémicas y diversidad de opiniones; pero a pesar de ello todos coinciden en los mismo: “Nos sentimos abandonados. Esto cada vez esta peor”.
Ya se sabe que El Puerto es muy dado a tener eternos asuntos pendientes que se alargan en el tiempo sin encontrar una solución. Y el mercado es uno de ellos: el estado actual del edificio (“No entendemos como Sanidad y los veterinarios dan el visto bueno a esto”), los accesos, las instalaciones y las condiciones en las que se encuentran el interior de los puestos son temas que no pasa desapercibidos, ni siquiera para los clientes -especialmente los foráneos- quienes se sorprenden al ver que una ciudad como El Puerto “no tiene una plaza de abastos mejor”. Dicen que las comparaciones son odiosas, pero es imposible no pasar por alto que la de este municipio es la único de la zona que no ha sido reformada. “Sanlúcar, Chiclana, Cádiz ... ¡Y ahora Puerto Real!”, enumera uno de los tenderos desde detrás del mostrador. “Somos los únicos que aún tenemos una plaza antigua”, señala mientras acerca la bolsa de la compra a una clienta que atiende interesada a la conversación. De hecho, el estado actual del edificio, es uno de los temas más comentados y debatidos no solo en plaza, sino incluso en los comercios y bares aledaños. Después de varias décadas esta petición se ha transformado en una reivindicación histórica de los comerciantes a la que todos los partidos políticos se aferran oportunamente justo en la época previa a las elecciones. El tema trae miga ya que el edificio, construido en 1873 con los materiales y restos del Convento de San Antonio de los Franciscanos Descalzos (ubicado en la Plaza Peral y que desapareció tras la desamortización de Mendizábal), está considerado bien histórico. Esto supone que cualquier actuación, por muy pequeña que sea, conlleve una gran preparación y estudio (de ahí que en la actualidad los cables de la luz se encuentren dispuestos en unos raíles suspendidos en el techo). Justamente este tema se convierte para cada partido en un punto clave de su programa electoral que explotan a bombo y platillo antes de las elecciones. Así ocurrió hace varios años, en el 2019, justo cuando David de la Encina gobernaba con el PSOE, donde este asunto se convirtió en un punto clave durante la campaña electoral. Ahí ya se hablaba de un proyecto de rehabilitación (ideado por el arquitecto Manuel Fernández- Prada), que suponía la remodelación al completo del edificio con la ubicación de todos los puestos en la planta baja. Por aquel entonces el mercado contaba con una gerente, Sofía Cala, quien aseguraba que dicho proyecto había sido aprobado por parte del Ayuntamiento, pero las cosas no se movieron (aparentemente) hasta tras años más tarde, bajo el gobierno del PP, cuando el equipo de Germán Beardo presentó ese mismo proyecto a la convocatoria del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno Central con el fin de obtener las ayudas para la rehabilitación de edificios de titularidad pública del PIREP (Programa de Impulso a la rehabilitación de edificios públicos). “Dichos trabajos tendrían una inversión total de 1.077.383, 78 €, de los cuales el Ayuntamiento se compromete a aportar 905.180,91 €”, aseguraron desde el Consistorio. Todo esto fue anunciado el 29 de junio de 2022. A día de hoy, ninguno de los placeros ha vuelto a saber nada. “La última reunión que se mantuvo con el alcalde Germán Beardo y el concejal de Comercio David Calleja fue antes de las elecciones, en el año 2023. Desde entonces nada”, explican varios de ellos que han intentado transmitir sus quejas y preocupaciones sin éxito alguno. “Estamos hartos de intentar hablar con ellos, pedirles que se reúnan con nosotros, y nada. Solo nos atienden sus ayudantes y cargos de confianzas, que nos dicen que se lo comunicarán. ¿Para qué quiero yo tantas cabalgatas? Son todos iguales. Me da igual el color del partido”.
Quizás esta espera en los futuros trabajos de rehabilitación sea la principal causa por la que muchos de los puestos se encuentren actualmente cerrados. Esta es otra de las reivindicaciones que mantienen la casi veintena de placeros que siguen en activo, quienes tampoco entienden porqué no se reabren los negocios que se han cerrado (la mayoría por jubilación). De hecho todos coinciden en que la última vez que el Ayuntamiento sacó puestos a subasta fue en el año 1984. “Desde entonces ha habido traspasos, pero los que se han cerrado no han vuelto a abrir. Luego le dicen a la gente de fuera que hay lista de espera para hacerse con un puesto. ¿A qué están jugando?”.
Mientras, poco a poco, el mercado ha ido muriendo. La primera zona que entró en estado crítico fue la planta superior, que nunca se llegó a recuperar. A día de hoy esta zona permanece totalmente cerrada al público. Ahora la enfermedad se extiende por la planta baja, donde las famosas lonas (que fueron anunciadas por la Concejalía de Comercio a bombo y platillo) esconden el mal estado en el que se encuentran los puestos inactivos. Quizás el lugar que más ha notado esta decadencia sea la zona de la pescadería, ubicada en la curva del edificio, donde la mayoría de profesionales han abandonado su actividad para disfrutar de una merecida jubilación. Es cierto que existe la opción de que un negocio ya en funcionamiento pida otro módulo y amplíe su espacio, pero ante el futuro incierto de la reforma del mercado son muy pocos los que se atreven a realizar un desembolso en mejorar los puestos actuales. “Yo no me gasto 5.000 € en una reforma para que luego comiencen la rehabilitación y me lo tiren”, asegura uno de los tenderos. Al igual que él muchos opinan lo mismo y alguna que otra idea de negocio se encuentra a la espera de saber cuál será el futuro del mercado. “Yo opino que hay que hay gente muy cómoda que no arriesga. Tú no puedes tener un negocio como hace 40 años. Hay que modernizarse”, asegura otro de ellos desde dos mostradores más allá. Como en todos lados, dentro del mercado también existen posturas encontradas. La polémica está servida. Nunca llueve a gusto de todos. Esta misma sensación de abandono y dejadez se traslada a otros ámbitos, como el caso de los elementos decorativos en fechas tan señaladas como Navidad (que brillan por su escasez) o el de la seguridad (donde los puestos que resisten se sienten indefensos ante robos y altercados). “Por aquí no viene la Policía. Según ellos la seguridad también tenemos que pagarla nosotros”.
El viernes 26 de diciembre, un día después de Nochebuena y Navidad, quizás sea habitual que los datáfonos no trabajen o que muchos puestos estén cerrados por vacaciones. Esta estampa, con los pasillos sin colas para hacer compras, se ha conseguido salvar en la mayoría de mercados de la provincia con cervecerías, abacerías y puestos de tapas. Pero no en El Puerto. “Entran ganas de cerrar e irte”, aseguran. “Parece que nos quieren aburrir para que nos vayamos nosotros mismos”. Por el momento, parece que la ciudad tendrá que esperar. Por ahora el mercado de La Concepción tan solo es otro más de los asuntos pendientes que no se consiguen solucionar en El Puerto.
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